160 JACINTO JESÚS MARABEL MATOS
quierda del Guadiana. En total, los británicos dispusieron en torno a 14.000
hombres frente a los muros de Badajoz, cuya guarnición estaba formada por
un total 3.587 efectivos, incluido el personal médico y de administración50.
La noche del 29 al 30 de mayo los ingenieros comenzaron las paralelas,
mientras la artillería se repartía la dirección de los ataques: el del castillo
quedó bajo responsabilidad del mayor Dickson, auxiliado de los capitanes
Rainsford y Latham, y el de San Cristóbal quedó a cargo del capitán Cleeves,
auxiliado por los tenientes Hawker y Connel51. En el primer sector se
montó una batería de catorce piezas de 24 libras, dos obuses de 10 pulgadas
y cuatro de 8, mientras que en el segundo se emplazaron cuatro: una de
cinco piezas de 24 para silenciar los fuegos del castillo, otra de 4 de 24 con
cuatro obuses de 8 pulgadas destinada a contrarrestar los fuegos de San
Cristóbal, otra de cuatro de 24 contra el parapeto y otra más de cuatro de
16, junto a dos obuses de 10, contra el hornabeque de la cabeza de puente52.
Sin embargo, antes de que pudieran estar listas, el coronel González
dirigió rápidamente las suyas contra las trincheras, haciendo numerosas bajas
entre el enemigo53. Con todo, las baterías quedaron completadas la noche
del 2 de junio, por lo que, al amanecer del día siguiente, la deflagración
de cuarenta y tres bocas de fuego de todos los calibres hizo retumbar los
contornos. Pero la guarnición respondió entonces con los cañones Villantroys
y logró destruir casi al instante cinco piezas enemigas, silenciando el
conjunto de baterías por el resto de la jornada54. Para hacernos una idea de
la potencia de fuego de estos cañones, nada mejor que la descripción que
hizo el soldado William Wheeler, del 51º regimiento de infantería ligera, en
su diario de campaña:
Un viejo portugués acababa de llegar al campamento con un carro
de municiones tirado por bueyes. Apenas hubo dejado su carga en el polvorín,
el enemigo nos agració con un proyectil del “Big Tom”, que es el
nombre que le hemos dado a uno de sus descomunales morteros. Cuando
miré en la dirección que había estallado, a pocos pies de los bueyes, pude
observar los restos de los animales desmembrados junto al carro, y cuando
50 Oman Charles: op.cit., pág. 416; Lamare, Jean-Baptiste Hippolyte: op.cit., pág. 210.
51 Duncan, Francis: op.cit., pág. 300.
52 Jones, John Thomas: op.cit., pp. 44 y 50.
53 Además del acierto en el tiro de los artilleros de la guarnición, las bajas entre los trabajadores
de las trincheras fueron cuantiosas porque la inexperiencia del cuerpo de ingenieros
en este tipo de combates les llevó a rellenar los gaviones con grava en lugar de
tierra, convirtiéndolos en proyectiles mortales cuando una bomba enemiga caía sobre
ellos. Ibídem, pág. 45.
54 Ibídem, pág. 51.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 160-170. ISSN: 0482-5748