220 AGUSTÍN J. PÉREZ CIPITRIA
el rey Fernando, se le propuso diseñar una fuerza de intervención con pocos
efectivos, pero muy bien equipados y entrenados57.
Pese a que Gil Rengifo cumplió en pocas semanas con el cometido
que le asignaron, su primera puesta en práctica no obtuvo el resultado esperado
debido a que los métodos de entrenamiento e instrucción exigidos
fueron demasiado duros para una tropa poco acostumbrada a la disciplina
militar, lo que incidió en la moral de los reclutados58. Las órdenes de instrucción
del coronel y los castigos por indisciplina fueron tan exigentes que
el propio Cisneros mitigó esta severidad dando órdenes de rebajar la intensidad
de la instrucción59. Solucionado este asunto, una vez recibida la formación
militar correspondiente, los soldados instruidos pasaron a formar parte
de las fuerzas del Estado con total disponibilidad para poder defenderlo60.
Cada ciudad debía contribuir con un número de soldados de este
nuevo ejército dependiendo de su población; en total fueron seleccionados
más de 30.000 hombres repartidos por todo el territorio nacional. Los reclutamientos
estaban concebidos para voluntarios, pero en el caso de no
cubrirse el cupo previsto, el alistamiento pasaba a ser forzoso. Asimismo,
los incorporados a filas tan solo recibirían una soldada, en concreto 30 maravedís,
si eran llamados para realizar un servicio. Únicamente, cobrarían
con regularidad los capitanes, alféreces, pífanos y tambores que sí tenían
derecho a sueldo61. La carencia de pagas regulares a estos nuevos soldados
no impedía que obtuvieran ciertos privilegios como el de beneficiarse de
exenciones fiscales, de la misma manera que ya sucedía con los hidalgos,
o de tener el honor de poder desfilar un día a la semana ante el pueblo con
atuendos guerreros62.
En cuanto al gasto ocasionado por la compra de armamento para estas
milicias, el propio Cisneros señala en una carta dirigida al rey Carlos que las
ciudades debían hacerse cargo de comprar las armas a través de impuestos,
57 Para consultar la memoria del coronel Gil Rengifo en la que se describe ampliamente
como debían organizarse estas nuevas milicias, la selección de la recluta de soldados y,
en general, todo lo relativo a la Gente de Ordenanza, se puede acudir a la ya citada obra
de Historia Militar del Conde Clonard. SOTTO, Serafín María de: op. cit., tomo III, pp.
136-151.
58 CEDILLO, Conde de: op.cit., pág. 76.
59 STARKIE, Walter: op. cit., pág. 440.
60 GÓMEZ DE CASTRO, Alvar: op, cit., pág. 401.
61 DOMÍNGUEZ BERRUETA, Juan: El Cardenal Cisneros. M. Aguilar, Madrid, 1929,
pág. 87.
62 CEDILLO, Conde de: op. cit., pág. 78.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 220-232. ISSN: 0482-5748