SUB IUGUM. HUMILLACIÓN, SOMETIMIENTO Y ESTRATEGIA … 173
bre otros pueblos mediterráneos, y estos, por imitación, tendrán ocasión de
hacer lo propio sobre los primeros. En todos los casos el paso será resultado
del acuerdo previo de las partes. Sin embargo, conviene matizar que los
romanos tenderán a emplear el yugo como la mejor ejemplificación posible
de su voluntad de sometimiento, mientras los demás pueblos optarán por
dicha práctica para forzar una paz estable frente a la agresividad imperialista
desplegada por el Estado romano.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 173-196. ISSN: 0482-5748
EL YUGO ROMANO
El yugo o iugum lleva a hablar indefectiblemente de uno de los elementos
que componen el arado, no solo romano, sino oriental y occidental
en general. Este artilugio supondrá un cambio revolucionario dentro de la
ingeniería agraria que se desarrolla en el Mundo Antiguo. Concretamente,
y para el caso romano específicamente, el yugo da nombre a un elemento
de madera adosado a la sien de las bestias de carga (dos generalmente), haciendo
que la fuerza de tiro de estas quede sometida a la voluntad humana.
Sin embargo, será objetivo a analizar en la presente publicación el yugo asociado
al ámbito militar, no con el fin de estudiar un posible sistema agrario
o de transporte castrense, sino con la intención de valorar la aparición del
término asociado a una práctica presente en ceremonias desarrolladas inmediatamente
después de producirse algunas derrotas militares.
Primeramente, recogeremos algunas ideas asociadas al propio artilugio
del yugo, lo cual lleva a citar al célebre estudioso de la religión romana
George Dumèzil2, quien ya observara cómo habría estado relacionado el
yugo, dentro de las primitivas creencias romanas, con los malos augurios,
idea esta en apariencia confusa. Cicerón aporta información al respecto
mostrando que no hablaríamos de una negatividad sistemática con la mera
presencia del yugo, sino que, apareciendo este dentro de un determinado
contexto sí se podría hablar de presagios negativos. El orador señala esta
circunstancia durante un discurso sobre la pérdida de costumbres en el ámbito
de la auguratio3, indicando que los augures -él lo es entonces- aconsejan
desunir las bestias para evitar que sobrevenga auspicio alguno “bajo el
2 DUMÈZIL, George, “A propos de l´inscriptiom du Lapis Niger”, en Latomus, núm. 29,
1970, pp. 1039-1045.
3 La auguratio supondrá la observación de los signos divinos, una tarea desarrollada por
los augures. Para saber más, véase: DOMINGO OSLÉ, Rafael, Ex Roma ius, Pamplona,
Thomson-Aranzadi, 2005, pp. 81-82.