MUJERES Y EJÉRCITO EN TIEMPOS DE NAPOLEÓN 79
Sin duda alguna, el caso más conocido de todos los que nos ha dejado
la historiografía es el de Therese Figueur, una mujer de destino singular, que
sirvió disfrazada de hombre durante años en las filas del Emperador en una
larga vida propia de una novela de aventuras.
Nacida en 1774 en la población de Talmay, a unas seis leguas de Dijon,
Therese era hija de un molinero. Huérfana de padre y madre, desde muy
pequeña pasó al cuidado de un tío que la colocó como aprendiz en casa de
un mercader de paños en Avignon, país dominado por los realistas. En 1793,
momento en que se organizaron las compañías federalistas y contrarrevolucionarias,
su tío, viejo militar, mandaba una compañía de cañoneros, y Therese
le suplicó poder incorporarse a dicha compañía, pues tal era la pasión
que sentía por el ejército y las armas. El cuidado de una joven soltera de 19
años no era una cosa fácil en aquellos tiempos de turbulencias. El tío se dejó
convencer por Therese, y ella comenzó a utilizar el uniforme de cañonero,
que constaba de casaca azul del rey, largo pantalón de algodón de rayas azul
y blanco abotonado a lo largo de ambos lados, briquet y tricornio. Al principio
vestía de tal guisa quizá con la intención de pasar desapercibida frente
a miradas poco amigas. Más tarde por convicción. De este modo, y casi sin
darse cuenta, fue como Therese quedó marcada para ser soldado.
Desde entonces comenzó una larga carrera militar que se inició en
el asedio de Tolón, donde destacó por su arrojo, bravura, despreocupación,
desparpajo, desenvoltura y por su ignorancia al respeto jerárquico, por lo
que recibió el apelativo de “Sans-Gêne”50. Completó su instrucción militar
en un regimiento de dragones.
Hizo la guerra de España en 1794. Allí, un oficial le pidió en matrimonio,
lo que le planteó un grave problema. El dragón Sans-Gêne, puestos
los pros y contras en una balanza, determinó que tenían mayor peso los
contras. La independencia triunfó, y Therese dejó plantado a su prometido
el mismo día de la boda. Poco después, tomó parte en las campañas de Italia.
Fue presa de los austriacos en la batalla de Savigliano, y permaneció cautiva
del príncipe de Ligny en una sala de una iglesia de Turín. Dicho príncipe,
sorprendido por su condición femenina, le brindó su protección y le hizo
objeto de sus atenciones hasta el momento mismo en que fue reconducida a
las filas francesas y puesta en libertad.
Una vez en libertad, Therese no tardó en enrolarse nuevamente en las
filas imperiales. Gozaba de extraordinaria salud y fortaleza, de las que presumía.
Hasta que en el año 1800, tras la travesía de un torrente helado en
50 Sans-Gêne puede ser traducido como descarada, desenfadada, carente de pudor o vergüenza.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 79-102. ISSN: 0482-5748