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ESPAÑA, PRIMAVERA DE 1939. RADIOGRAFÍA DE UN EJÉRCITO 23
Figura 3. Carros ligeros preparados para la ofensiva.
Las unidades blindadas del Ejército nacional al final de la guerra estaban
bien nutridas de carros de combate, destacando los T26 rusos capturados
a los republicanos, que actuaban en coordinación con los Panzer I teutones
y los carros “veloce” de origen italiano como los de la imagen (foto colecc. autor)
LA OFENSIVA DE EXTREMADURA DE 1939
Si el Ejército nacional al terminar la campaña de Cataluña era una
poderosa máquina de guerra que se sentía victoriosa, el Ejército republicano
seguía teniendo sobre el papel una fuerza considerable cifrada en aproximadamente
50 divisiones, con alrededor de 250 carros de combate y unas 800
piezas de artillería, totalizando más de 800.000 soldados, si bien cansados
y, como hemos visto en el punto anterior, con un solo deseo: acabar ya la
guerra. Pero antes de que eso ocurriera, los acontecimientos se precipitarían
de forma sorprendente, convirtiendo el final de la guerra civil en un período
trepidante, insólito y, por encima de todo, dramático. La República, no
obstante, todavía tuvo fuerzas a principios de año para montar una ofensiva
en toda regla, completamente olvidada pero harto interesante, que sería su
canto del cisne. Se trataba de la última gran batalla del conflicto, la de Peñarroya.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 23-52. ISSN: 0482-5748