MUJERES Y EJÉRCITO EN TIEMPOS DE NAPOLEÓN 81
“Mademoiselle Sans-Gêne, ¿habéis abandonado los dragones por los
cazadores?”
Theresa no combatió en Waterloo porque aquel día estaba destinada
en París. Mientras en los campos de Bélgica se decidía la suerte de la guerra
y de toda Europa, ella, incansable, se dedicaba a socorrer a los heridos bajo
los muros de París. Finalmente, el 30 de marzo de 1814 los aliados entraban
en la capital y el Ejército Imperial fue licenciado. Aquella vez, la aventura
de Theresa con las armas terminó definitivamente. Con una pensión de 200
francos, insuficientes para vivir, tuvo que agudizar el ingenio y buscar el
modo de salir adelante y sobrevivir. Buscó asociarse con Madame Garnerin,
una audaz mujer que durante las celebraciones y fiestas populares se dejaba
caer en paracaídas desde un aerostato. También abrió en la calle Plumet,
próximo a la caserna de Babylone, una pensión para oficiales.
En aquellos años de retiro y sosiego, Theresa contrajo matrimonio
con su viejo camarada Sutter, un anciano tambor de los suizos, convertido,
a la caída del Imperio y durante la Restauración, en sargento de la gendarmería
de cazadores. En 1841 quedó viuda. Tenía entonces el aspecto de una
plácida burguesa de provincias a la que le gustaba la conversación y recordar
mil y una historias sobre los viejos
tiempos de gloria. Murió en el
hospicio des Petites Menajes en Issy,
en 1861. Había cumplido los 87
años52.
Una vida fascinante y plena la
de Therese, como la de otras muchas
intrépidas mujeres que, contra viento
y marea, decidieron seguir la carrera
de las armas y servir en el Ejército
Imperial. Sin embargo, como ya hemos
tenido ocasión de ver, el Ejército
de Napoleón no era el único que
contó con la presencia de mujeres
en sus filas. La presencia femenina
en los ejércitos de la época era una
constante, y nuestro país no fue una
excepción.
52 J. LUCAS-DUBRETON: op. cit., pág. 235- 242.
Marie-Thérèse Figueur.
Musée Bonaparte, Auxonne
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 81-102. ISSN: 0482-5748