MUJERES Y EJÉRCITO EN TIEMPOS DE NAPOLEÓN 57
Cada uno de los allí presentes trató de consolar lo mejor que pudo a
la pobre mujer, en tanto que un soldado, discretamente, hacía entrega del
cadáver del pequeño a uno de sus camaradas. Este se alejó apenas unos
pasos junto con el padre. Con la ayuda del hacha, y venciendo la dureza del
terreno, el soldado cavó un pequeño hueco en el suelo, apenas una rectangular
sombra en la blancura de la superficie, mientras que el padre, de rodillas,
sostenía al niño entre sus brazos. Terminada la sepultura, el padre inhumó
al pequeño, depositándolo en la improvisada tumba, que inmediatamente se
cerró recubierta por la arena y, al poco, por la nieve, que no dejaba de caer. Y
entonces todo concluyó. Así, al menos, lo anotó en sus memorias el sargento
Bourgogne, uno de los testigos del suceso6.
En el otoño de 1812 una larga columna humana de varios kilómetros
de longitud se arrastraba penosamente por la estepa rusa en dirección a la
frontera salvadora, una caravana tan inmensa que se alargaba hasta el infinito.
Eran los restos de la Grande Armée de Napoléon, de aquellos más de
500.000 soldados que el 24 de junio pasado habían atravesado triunfantes el
río Niemen, dispuestos a doblegar al zar Alejandro.
La retirada de Napoleón de Moscú. Adolph Northen
6 DAMMAME, Jean Claude: Les soldats de la Grande Armée. Ed. Perrin, París, 2002,
pág. 306.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 57-102. ISSN: 0482-5748