ESPAÑA, PRIMAVERA DE 1939. RADIOGRAFÍA DE UN EJÉRCITO 29
estaban condenados al fracaso. Poco después de producirse estos primeros
conatos de rebelión anticipada, el almirante Buiza ordenaba que la todavía
poderosa Flota republicana abandonara el puerto de la histórica ciudad mediterránea.
Por su parte, en el Cuartel General de Franco, donde las noticias
iban llegando de forma confusa y dispersa, comenzaron a cursarse precipitadamente
órdenes para movilizar fuerzas que ayudaran a los sublevados
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 29-52. ISSN: 0482-5748
por tierra y mar...
(Sobre el papel, al iniciarse el año 1939, la escuadra republicana se
mostraba aún imponente, compuesta de 3 cruceros, 8 destructores, 2 submarinos,
4 minadores, 8 cañoneros, 7 lanchas rápidas, 4 torpederos, 10 cruceros
auxiliares, 7 guardacostas, 21 patrulleros, 18 rastreadores, 1 buque planero,
1 barco hospital, 1 de salvamento, 8 lanchas de vigilancia, 11 transportes, 8
remolcadores, 6 aljibes y 2 buques escuelas. La moral de sus dotaciones, sin
embargo, distaba mucho de ser tan flamante. De las unidades enumeradas,
solo dejaron Cartagena rumbo a Bizerta los 3 cruceros -Méndez Niñez, Cervantes
y Libertad-, los 8 destructores -Ulloa, Escaño, Gravina, Almirante
Antequera, Almirante Miranda, Almirante Valdés, Lepanto y Jorge Juan-, y
el submarino C-4.)
Pero la noche del día siguiente, 5 de marzo, vería otro hecho más sorprendente
aun: el coronel Casado, apoyado por el socialista moderado Besteiro
y el anarcosindicalista Mera, recogiendo el sentir de muchos mandos
militares profesionales de la República y de la mayor parte de la población
civil, hastiada de guerra y hambrienta, dio un golpe de estado radiofónico
contra Negrín para evitar su política de resistencia a ultranza (el presidente
de Gobierno, por su parte, estaba pergeñando por decreto unos cambios
drásticos en la cúpula civil y militar para posicionar a los elementos más
extremos del socialismo y del comunismo en los puestos clave, en lo que
era virtualmente otro golpe de estado de facto, bien que a golpe de diario
oficial. Lo hacía desde la famosa “Posición Yuste”, en Alicante, a la que
había vuelto desde Francia y desde la que, en breve, partiría, por más que su
intención fuera que el resto de la España republicana prosiguiera la lucha en
una defensa numantina que enlazara con el drama mundial por venir, cuyas
negras nubes ya asomaban por el horizonte y que hubieran podido claramente
beneficiar a su facción).
Desde los sótanos del Ministerio de Hacienda, el viejo catedrático de
Lógica, don Julián Besteiro, con su verbo claro, fue el más contundente de
los tres revoltosos: “Esa política de aplazamiento no puede tener otra finalidad
que alimentar la morbosa creencia de que la complicación de la vida
internacional desencadene una catástrofe de proporciones universales, en
la cual, juntamente con nosotros, perecerían masas proletarias de muchas