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16 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL
La batalla del Ebro había supuesto la última oportunidad para la República
de cambiar el curso de la guerra y, tras el final de la misma, sus
unidades estaban agotadas. Era el momento propicio para que las tropas
nacionales iniciasen una ofensiva definitiva contra los últimos reductos republicanos.
Así como el año anterior la oportunidad de volcarse contra el
fabril Norte de España se perfiló claramente en el horizonte estratégico de
los nacionales en un momento dado (desde la primavera al otoño de 1937),
ahora la situación era ideal para lanzar la deseada ofensiva contra Cataluña,
a pesar de encontrarse en inferioridad numérica. Tras el duro desgaste sufrido
por ambos bandos en la batalla del Ebro, esta era la elección natural,
pues el GERO (Grupo de Ejércitos Republicano Oriental), replegado a la
orilla izquierda del río y perdida la iniciativa, solo podía permanecer a la
defensiva, intentando reaccionar a los movimientos contrarios.
Y es que, numéricamente hablando, las fuerzas terrestres gubernamentales
superaban en conjunto a las tropas de Franco, pero éstas lograban
concentrar un mayor número de unidades en el sector elegido para la ofensiva.
A finales del año 1938, las tropas de la República alcanzaban 1.400.000
soldados, mientras que las nacionales llegaban al 1.200.000, desde luego
un esfuerzo enorme para un país como España, que en 1936 tenía menos de
veinticuatro millones de almas y multitud de carencias propias de un país en
vías de desarrollo. Téngase en cuenta que, en julio de 1936, los efectivos de
las fuerzas armadas españolas superaban parcamente los 200.000 hombres,
cifra que incluye Ejército territorial y de África, fuerzas de seguridad y Orden
Público, personal de la Armada y servicio de Aviación. Bien dotado de
fusiles, ametralladoras y piezas de artillería, su mayor debilidad estribaba en
la carencia de carros de combate, tanto en cantidad como en calidad, por no
hablar de la merma en las plantillas de las unidades por recortes gubernativos
y coincidir el inicio de la sublevación con la temporada de permisos veraniegos.
La Armada, tras los sucesivos planes de reconstrucción posteriores
al desastre del 98, contaba con dos acorazados obsoletos mas con una buena
división de cruceros, una excelente flotilla de destructores y un número
respetable de sumergibles, sin contar unidades menores. La Aviación, tanto
la del servicio del mismo nombre como la Aeronáutica Naval, contaba con
medio millar de aparatos, solo la mitad con algún valor combativo3. Todo
este panorama cambiaría radicalmente a lo largo de la guerra con la masiva
afluencia de material bélico de todo tipo a ambos contendientes.
3 Salas Larrazábal, Ramón: Los datos exactos de la Guerra Civil; Rioduero, Madrid, 1980.
Este libro es un resumen excelente del balance de fuerzas militares, políticas, económicofinancieras,
sociales y de todo tipo entre los dos bandos contendientes. Aunque poco citado
y algo superado en ciertos aspectos, sigue siendo un documento de inexcusable consulta.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 16-52. ISSN: 0482-5748