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74 MARGARITA CIFUENTES CUENCAS
te años al fogoso e incapaz Joaquín, sujetándolo con mano férrea, hasta el
mismo momento de la traición y su muerte.
O la excepcional Madame Permon, duquesa de Abrantes, ex amante
de Metternich y casada con Junot, general del Imperio y uno de los pocos
amigos de verdad que tuvo Napoleón. Madame Permon fue en la sombra,
por su carácter intrigante y dominante, y su eficaz ascendiente sobre su esposo,
una de las mujeres más importantes y con mayor poder efectivo de
todo el Imperio43. Durante sus meses de servicio en España, acompañó a su
marido, conociendo en su propia carne los horrores de la guerra.
En marzo de 1805, Madame Permon pisaba por primera vez suelo español.
Acompañaba a su marido, recién nombrado embajador de Francia en
Portugal, a tomar posesión de la embajada en Lisboa. Haciendo el recorrido
habitual de tantos viajeros, entró por Hendaya y, pasando por Vitoria, Burgos
y Valladolid, llegó a Madrid, donde permaneció algunos días, antes de
43 Laura Permon había nacido en 1784 en Montpellier. Su madre, Panoria Comneno, era
corsa de nacimiento y se decía descendiente de los emperadores bizantinos. Su padre fue
proveedor del ejército y consiguió hacer una importante fortuna que perdió durante la
Revolución francesa. Napoleón conoció a Laura Permon recién llegado a París, cuando
apenas era un oficial más, un oscuro general, provinciano y perdido en medio de una
gran ciudad. Parece que el joven Bonaparte frecuentó a su familia en París durante el Directorio.
Cuando aún era cónsul, y durante un tiempo, pensó incluso en tomarla como
esposa, pero finalmente se la ofreció en matrimonio a su amigo y compañero Junot. Se
casó en 1799, cuando Laura apenas tenía 16 años de edad. A pesar de que el matrimonio
con el general Junot fue favorecido por Napoleón, especialmente en sus primeros años,
Laura Permon no tenía precisamente la virtud de ser agradecida, y con frecuencia elegiría
como amistades a los enemigos de Napoleón, siendo bastante crítica con sus acciones
políticas y militares. Durante el Consulado y el Imperio, participó activamente de la vida
cortesana, donde sobresalía por su espíritu cáustico y su extravagancia. Sin embargo, en
parte a causa de la prodigalidad de Laura, Junot regresó a Francia cargado de deudas y
empezó a dar muestras de alteraciones mentales provocadas probablemente por una vieja
herida de bala en la cabeza, que le llevará a la locura y finalmente al suicidio. Al morir
su esposo, que se suicidó en 1813, arrojándose por una ventana, Laura Permon continuó
trabajando en contra del Imperio napoleónico. Se volvió monárquica y trataba a Napoleón
de usurpador. Pero al caer éste, la Restauración no tuvo en cuenta su labor, y entonces,
aquella extraordinaria y singular mujer, amante del derroche, para poder subsistir y
saldar sus numerosas deudas, hubo de dedicarse a la literatura. Su producción, que firmó
con su título nobiliario, es muy amplia, y está compuesta por obras de tipo biográfico y
por relatos. Entre las primeras destacan las Memorias sobre la Revolución, el Imperio y
la Restauración, en las que describía las campañas napoleónicas y la evolución de su política.
En esta voluminosa obra de 18 volúmenes, publicada en París entre 1831 y 1835,
que redactará con la ayuda de un por entonces desconocido Honoré de Balzac, del cual
se convertiría en amante, a lo largo de sus 18 volúmenes la duquesa pasa revista a los
acontecimientos de los que fue testigo, desde la Revolución hasta la Restauración. Sus
últimos años estuvieron jalonados de dificultades económicas y literarias -sus editores
terminaron por no aceptar sus manuscritos- y acabó en la indigencia. Laura Permon, duquesa
de Abrantes murió en 1838, en París. Sobre tan apasionante vida femenina, véase:
ABRANTES: Memorias de la duquesa de Abrantes, recuerdos o Napoleón histórico,
T-2. Librairie de L. Mame, París, 1835.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 74-102. ISSN: 0482-5748