94 MARGARITA CIFUENTES CUENCAS
les tiempos de guerra, revueltas y confusión. Pero no fue la única. Miles de
mujeres de la generación de Francisca, con heroísmo y de forma anónima,
tuvieron que hacer frente a esa misma soledad, incertidumbre, desamparo y
una total falta de recursos, y, sobreponiéndose a tanta adversidad con entrega,
coraje y valentía ilimitada, solventaron las extremas dificultades de su
precaria existencia, sacaron adelante a sus familias y entregaron sus vidas a
deberes más altos como la llamada de la Patria.
LAS “PRISIONERAS” DE NAPOLEÓN
En tiempos de Napoleón a los prisioneros de guerra se les definía
como “aquellos soldados que han cesado de combatir y a los que se les
retiene al objeto de impedirles tomar parte de nuevo en las hostilidades”.
Así pues, la cautividad de guerra, un hecho común por la frecuencia misma
de las guerras, se aplicaba a todos sin distinción cuando eran despojados de
las armas. La teoría era simple, pero en la realidad las cosas no resultaban
tan sencillas e iban más lejos. Conforme a los usos del tiempo, se podía
someter, no solo a los combatientes, sino también a todos aquellos que, aun
no siendo soldados, tenían una acción directa sobre la fuerza militar del país
enemigo; es decir, el soberano, los altos funcionarios, los representantes de
las ciudades. Pero también civiles, aquellos civiles que seguían a los militares
en campaña70… y por tanto, en línea con ese razonamiento, también
a sus mujeres, de manera que podríamos pensar que, en adelante, pasaban
ellas también a ser “prisioneras”.
Entre las prisioneras españolas de Napoleón que pasaron la guerra
en Francia podemos distinguir dos grandes grupos. Por una lado, las españolas
que siguieron a sus maridos o compañeros hasta Dinamarca, y que
fueron hechos prisioneros en aquellas tierras. Por otro, las españolas que,
al saber que su marido había sido hecho prisionero en España, y había sido
70 ROUANET, David. Les prisionniers de guerre étrangers dans le Nord-Est de la France
(1803-1814). Thèse Doctorale, Directeur: Jacques-Olivier Boudon, Université Paris-
Sorbonne, París, 2009, pág. 23. Eran numerosísimos los civiles que seguían no solo al
francés sino a todos los ejércitos de la época. Tenderos de todo tipo, cantineras, lavanderas,
hijos y sobre todo esposas pueden encontrarse entre los prisioneros abandonados
al ejército vencedor. Al seguir al ejército sabían que en caso de rendición seguirían ellos
la misma suerte que las tropas y no podrán por tanto contar más que con la humanidad
del vencedor. En Astorga el 1 de enero de 1809, Napoleón encontró cientos de mujeres
y niños británicos refugiados en una granja sin víveres desde hacía dos días. El general
inglés John Moore, al ralentizar con su presencia el avance hacia el puerto de La Coruña,
decidió dejarlos a su suerte y a la generosidad del ogro. BERNARD, Léonce: Les prisonniers
de guerre du Premier Empire. Edit Christian, París, 2002, pág. 150.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 94-102. ISSN: 0482-5748