250 ANIVERSARIO DEL CUERPO DE INGENIEROS DE LA ARMADA
comisión de servicio en aquel Ministerio de Fomento, o sea, la práctica
extinción en 1851 en esta actividad.
A modo de resumen, podemos referirnos al texto de la Memoria con la
supuesta incomprensión de la función técnica exclusiva, tanto por la normativa
(Ordenanza de 1776 y ambigüedad reglamentaria de 1786) como por
ciertas intromisiones en lo «científico y facultativo», siendo una de las causas
de la extinción temporal del Cuerpo, junto a la escasa actividad en los
Arsenales.
La demanda logística de los buques en el siglo xix
A partir de 1848 las funciones del Cuerpo de Ingenieros de la Armada se
centraban en las nuevas tecnologías de construcción y mantenimiento de los
buques en sus arsenales, precisamente por la introducción de la nueva
metalurgia, la mecánica con energía de calderas de vapor y los avances de los
sistemas de armas, habiéndose perdido las competencias citadas. Por otra
parte, la «externalización» de la construcción naval a partir de 1885 y la
consiguiente extinción temporal del Cuerpo nos condujeron a escasos
proyectos y obras portuarias en los tres arsenales de la Armada (y de La
Habana en otro artículo de esta conmemoración) realizados por los oficiales
del Cuerpo que resurgía.
De manera preliminar, anotamos que los arsenales ya contaban con unas
grandes infraestructuras portuarias, aunque abandonadas, pero capaces de
incorporar las nuevas necesidades de apoyo logístico a los buques de propulsión
mecánica y a sus mayores plataformas metálicas; además, se reformó
la organización con nuevas ordenanzas de Arsenales, en 1870 y 1886, en las
que su división en «ramos» de actividad asignaba a los ingenieros las «escuelas,
secciones y talleres propios», pero excluyendo el Ramo de Artillería, y
en gran manera disminuyendo la construcción naval por la Ley de Escuadra
de 1887, que autorizaba su obtención en «astilleros o fábricas nacionales o
extranjeras».
En aquellos primeros años del mandato ministerial de Roca de togores
(marqués de Molins), entre 1847 y 1854, los arsenales vieron reanudar su
actividad con obras de adaptación en gradas, diques, varaderos y talleres para
los nuevos buques, algunos ya con maquinaria de vapor y casco blindado,
también con adquisiciones en la industria civil. Este impulso demandó mayor
esfuerzo con las conocidas «fragatas de hélice», de manera que en Ferrol se
construyó un varadero para buques pequeños (menos de 700 t) en 1847 y el
alargamiento de un dique de carenar hasta 78 m en la línea de picaderos.
Entonces era preciso hacer una ampliación del Arsenal a coste de la Alameda
de la ciudad (50.640 m²), con el fin de construir dos nuevos diques de carenar
de 100 m de eslora, lo que suponía el cegamiento del foso defensivo del
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