250 ANIVERSARIO DEL CUERPO DE INGENIEROS DE LA ARMADA
hombre-máquina, en las implicaciones que supondrá la incorporación de la
realidad virtual en las presentaciones tácticas o en el papel en la toma de decisiones
de los futuros algoritmos avanzados de inteligencia artificial y de aprendizaje
máquina. nadie puede saberlo, pero lo que sí hay que prever es que
ocurrirán inevitablemente. no hay una fórmula mágica para afrontar esas
transformaciones imparables; la única solución es recurrir a estrategias de
«diseños al cambio», es decir, diseños con suficientes márgenes de espacio,
peso, potencial eléctrico, modificaciones en la superestructura, etc., que le
permitan adaptarse a las continuas modificaciones durante el ciclo de vida e
incluso durante la construcción, y así integrar sin grandes modificaciones
nuevos sistemas de armas. ¡El cambio continuo es el signo de la Cuarta Revolución
Industrial!
Los previsibles avances de la presente revolución industrial (30) teóricamente
permitirán implementar el concepto mencionado anteriormente de una
fuerza híbrida; no será un problema técnico. sin embargo, la transición de una
Flota tradicional, tal como hoy la concebimos, a otra de arquitectura distribuida
no es algo trivial, hay muchas consideraciones de todo tipo a tener en cuenta
(31). En cualquier caso, esa sería una transición gradual que requeriría
acometer el desarrollo y la adquisición de un considerable número de nuevas
plataformas autónomas no tripuladas.
Como ejercicio puramente intelectual, analicemos ahora lo que supondría
para la Armada optar por una hipotética fuerza híbrida. Asumiendo que en el
período comprendido entre 2030 y 2050 se mantuviese el objetivo de fuerza, los
programas actuales en construcción no resolverían el problema del número de
unidades requeridas. si ese fuese el caso, es decir, si se quisiese mantener una
capacidad similar a la actual, la Armada necesitaría acometer al menos —aparcando
muchas otras necesidades y requisitos— los siguientes grandes programas:
una nueva generación de submarinos, la siguiente generación de fragatas,
un nuevo LHD como mínimo, renovación de los buques anfibios, de los
medios de cazaminas y también del ala fija del Arma Aérea.
La cuestión que se plantea es la enorme inversión que requeriría un programa
de renovación de tal envergadura, lo que nos conduce a la conclusión de
que puede ser que una estructura de fuerza híbrida no sea una opción, sino una
necesidad. El trade-off consistiría en decidir cuál es la combinación óptima
entre plataformas tripuladas «pura sangre» de alta tecnología y elevado coste,
plataformas «nodriza» de menos nivel tecnológico y menor coste y un número
indeterminado de vehículos y plataformas autónomas más baratas.
(30) ver gráfico 1.
(31) Remito al lector a las preguntas formuladas en el punto anterior de este artículo,
referentes a robotización y vehículos autónomos.
2020 243