250 ANIVERSARIO DEL CUERPO DE INGENIEROS DE LA ARMADA
diablemente a sufrir una profunda transformación, impulsada y modulada por el
que a su vez experimenten el nacional, el europeo y el global.
Pensando en las nuevas necesidades, no cabe duda de que en un futuro
previsible los astilleros públicos (26) tendrán que seguir formando parte
importante de la industria naval militar, pero seguramente con un menor perímetro,
jugando un papel diferente al que tienen hoy y, desde luego, habiendo
sufrido una profunda reestructuración. si la Flota evolucionase hacia una fuerza
híbrida, ¿continuarían siendo los astilleros públicos el tractor y aglutinador
de la base tecnológica-industrial de la Armada?
Aceptando la hipótesis de una futura fuerza híbrida, ello significará una
Flota compuesta por un número más reducido de plataformas complejas y de
alto coste —probablemente fragatas pura sangre antiaéreas (27)—, unidades
«nodriza» más asequibles y que no requieran tal complejidad, otras de medio
porte y un creciente número de vehículos y plataformas no tripuladas autónomas
cada vez más complejas y tecnológicamente más avanzadas. En este
supuesto, el papel del astillero integrador y contratista principal empieza a
desdibujarse y quizás surja la necesidad de un «sistemista» responsable de la
integración total del sistema fuerza y de su apoyo durante el ciclo de vida.
Hay que tener presente que otro efecto de ese modelo es que buena parte de la
complejidad tecnológica se transfiere a las plataformas autónomas, lo que a su
vez crearía la necesidad de una nueva estructura industrial, capaz de diseñar,
construir, integrar y apoyar durante el ciclo de vida a estos vehículos.
un tema que requiere alguna reflexión adicional es el relacionado con la
sostenibilidad de nuestra industria naval militar. Podría alegarse que el tema
de exportación es exclusivamente comercial y que, por lo tanto, únicamente le
incumbe a la industria, y de manera más directa a los astilleros públicos; pero
el hecho es que perder nuestra capacidad exportadora puede tener profundas
consecuencias que podrían afectar a la capacidad de diseñar, construir y
apoyar a nuestra propia fuerza naval, con las consiguientes implicaciones para
la defensa nacional. La industria naval militar no podrá sobrevivir únicamente
a costa de los programas navales y el presupuesto de defensa; resulta imperativo
exportar. Pero deberíamos preguntarnos si estamos ya perdiendo músculo
exportador y si nuestra base industrial será capaz de competir en la Cuarta
Revolución Industrial (28).
(26) La estructura económica y empresarial de España no parece que en un futuro previsible
permitiese que un astillero privado asumiese el riesgo económico que supone un programa
naval.
(27) no es previsible transferir la capacidad antiaérea y AtbM a plataformas remotas en
un próximo futuro.
(28) En cuestión de meses, la industria naval militar española ha perdido dos de los
grandes contratos de fragatas del mercado internacional: el concurso de las sea 5000 Future
Frigate Program en Australia y el Canadian surface Combatant (CsC) en Canadá. En total, un
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