LA ARTILLERÍA JURAMENTADA EN LOS SITIOS BRITÁNICOS … 149
Con todo, las columnas de Hamilton consiguieron despejar el margen
derecho, y la IV División del teniente general Cole pudo acampar libremente
en las inmediaciones, a la espera de que la II División del general Steward
alcanzase a investir la plaza por el sur. Pues en efecto, en tanto tenía lugar el
anterior combate, un destacamento británico marchaba aguas abajo en busca
de un vado que les permitiera cruzar el Guadiana y poder formar sitio a Olivenza,
antes de emprender las operaciones frente a la capital de Extremadura.
El único paso posible era por Juromenha, pero las aguas venían crecidas
y los ingenieros no lograron establecer un puente de barcas hasta la noche
del 5 de abril, a través del cual pudo pasar la artillería para poner cerco a
Olivenza cuatro días más tarde. Los franceses dejaron aquí una guarnición
de 364 hombres, que el 15 de abril rindieron las armas permitiendo que el
Ejército británico avanzara libre de obstáculos hacia Badajoz22.
Por su parte, Lord Wellington, que después de un mes hostigado a
Masséna había logrado encerrarlo en Almeida, arribó a Elvas el 20 de abril
para entrevistarse con el teniente general William Carr Beresford, comisionado
para dirigir los trabajos de sitio. Ambos acudieron dos días más tarde
a supervisar el terreno desde una altura inmediata y a punto estuvieron de
ser hechos prisioneros, cuando un destacamento francés que había salido
para aprovisionarse de leña en un bosque cercano sorprendió a la comitiva,
haciéndoles decenas de bajas y llevándose cuatro oficiales y treinta y ocho
soldados, que a la postre desvelarían los planes que barajaban los suyos para
tomar la plaza23. Según el coronel Jones, aunque las directrices pasaban por
un ataque dirigido contra las tres obras exteriores, la prioridad de Wellington
era tomar en primer lugar el fuerte de San Cristóbal, porque desde esta
posición dominante se podría silenciar la artillería de la luneta de San Roque
y del baluarte de San Pedro, facilitando los otros dos ataques combinados
contra los fortines de Pardaleras y La Picuriña, que había que rendir antes de
establecer una batería de brecha contra los muros del castillo24.
cada cabalgada de más de diez kilómetros, que tan solo detuvo frente a los glacis del fuerte
de San Cristóbal, llegando a decir que “no era propia de soldados que confían en la disciplina
y en los oficiales, sino antes al contrario de una horda salvaje que galopa imprudentemente
dejándose llevar por sus monturas, pues precisamente cuando el enemigo estaba a
su merced, sacrificaron ventajas sustanciales, además del propio objetivo de la operación,
persiguiéndole más allá de lo aconsejable”. Oman, Charles: op.cit., pp. 264 y 265.
22 Lo cual fue posible gracias a que, en una estrategia conjunta, el brigadier Morillo había
tomado Mérida y la caballería del conde de Penne Villemur Almendralejo, obligando al
general Latour-Maubourg a retroceder hasta Llerena, donde estableció el cuartel general
y mandó correos a Soult informando sobre estos movimientos. Ibídem, pp. 272-273.
23 Lamare, Jean-Baptiste Hippolyte: op.cit., pp. 143-144.
24 Jones, John Thomas: op.cit., pp. 14-19.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 149-170. ISSN: 0482-5748