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ESPAÑA, PRIMAVERA DE 1939. RADIOGRAFÍA DE UN EJÉRCITO 21
pocas, demasiado tarde) o a la llamada a filas de los mayores de 45 años,
una medida más propagandística que eficaz en aquellas circunstancias de
desmoronamiento total y contraproducente por vaciar de mano de obra los
restos de la industria y el tejido económico de la retaguardia gubernamental.
La confusión y el descontrol eran extraordinarios. Aunque el GERO pretendió
repetir en Barcelona la historia de éxito de Madrid en los primeros meses
de la guerra, la situación era radicalmente diferente. Y la principal diferencia
estaba en el espíritu de lucha, del que carecían ya la mayor parte de las
unidades gubernamentales. El gobierno francés, con mucho retraso, abrió la
frontera al material soviético que estaba allí detenido pero que ya resultaba
inútil a esas alturas de la guerra.
El día 9 de enero se reanudó el ataque y, dos días después, los italoespañoles
del CTV hundían la segunda línea de defensa. Los italianos de
la división Littorio demostraron tener una movilidad hasta entonces desconocida
y sus rápidas penetraciones sembraron el caos en la retaguardia
enemiga. Bien es cierto que apenas encontraban oposición firme en un enemigo
en retirada franca. Yagüe rodeó con su Cuerpo el Montsant por el Sur
y también atravesó la segunda línea defensiva. El día 14 lanzó una decidida
ofensiva desde Gandesa, escenario de brutales combates el verano anterior,
que progresó a lo largo del Ebro hasta llegar al mar Mediterráneo. Tarragona
caía poco después, con su rica huerta y con el efecto psicológico que ello
suponía, negativo para los republicanos al perder una capital de provincia
tan señera, motivador en sus enemigos justamente por lo contrario. Luego
fue el turno de la fabril Reus, donde fue capturada una importante fábrica
de aviones. Pocos días después, los nacionales llegaban a la tercera línea
de defensa, que apenas disponía de guarnición. El CTV tomó Igualada el
23, punto clave en esa línea defensiva, y Montserrat Solsona, otro elemento
importante de la línea, caería el día 24 ante el empuje de Muñoz Grandes.
Barcelona, por su parte, era ya un caos. La ciudad estaba llena de
refugiados. Todo eran eslóganes y consignas, pero ninguna medida eficaz.
Estaba claro el resultado final, ya muy cercano, y la mayoría de la gente
solo pensaba en salvarse. Los sueños e ideales habían quedado atrás y la
vista estaba puesta en la frontera francesa, el único escape posible para lo
que pronto sería una triste, larga y dolorosa columna de refugiados en que
se entremezclaban soldados y paisanos. Los ataques por parte de la aviación
nacional eran incesantes, contribuyendo a incrementar el caos y dificultar
cualquier tipo de acción coordinada. El día 24, ante la desesperación del presidente
Azaña, las tropas de Gambara, Yagüe y Solchaga llegaban al Llobregat,
sin encontrar oposición digna de tal nombre. La última línea de defensa
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 21-52. ISSN: 0482-5748
estaba a punto de ceder.