MUJERES Y EJÉRCITO EN TIEMPOS DE NAPOLEÓN 67
Pero el trabajo de estas abnegadas y sufridas mujeres no se limitó
simplemente al abastecimiento o cuidado de los uniformes y arreos de los
soldados de su compañía. Muchas de ellas, cuando llegaba el duro momento
del combate, se aplicaban con entusiasmo al cuidado de los soldados heridos,
transformando sus furgones en verdaderas ambulancias de campaña
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 67-102. ISSN: 0482-5748
improvisadas.
Aquellas extraordinarias y singulares mujeres demostraron un excepcional
coraje psíquico a la hora de ayudar a sus compañeros soldados, y era
frecuente que, en mitad de la batalla, se las viera recorrer las filas amigas,
indiferentes al fuego y la metralla, repartiendo ginebra para revitalizar a los
soldados desfallecidos que se batían entre la vida y la muerte29.
No está suficientemente valorada la existencia de las vivandières de
la época napoleónica. Muchos son los aspectos de sus extraordinarias vidas
que quedan todavía por conocerse, y tampoco es el objeto del presente trabajo.
Pero me gustaría, cuanto menos, que estas líneas fuesen un sentido tributo
de admiración a todas aquellas mujeres de presencia callada y sufrida,
y que con su dedicación y buen hacer, hicieron posible el funcionamiento en
el día a día de las “cosas de la guerra” y de los ejércitos durante la campaña.
Pues eran ellas las encargadas de la preparación de las comidas, el lavado y
reparación de la ropa y enseres, y, en numerosas ocasiones, también el soporte
moral del soldado, del que eran compañeras, confidentes y una fuente
29 Blaze guardaba especial cariño hacia Therese, la vivandier de su compañía, a quien
dedicó un emotivo recuerdo en sus memorias y de quien decía que: “en mitad de la
batalla, en medio de los disparos y las balas de cañón, atravesaba incansable el campo
de batalla. No creáis que el deseo de ganar dinero era lo que la hacía arriesgar su vida
de tal manera. El sentimiento que le impulsaba a afrontar el miedo era un sentimiento
aún más noble porque los días de batalla no pedía dinero” (BLAZE, E. capitaine: op.
cit., pág. 50).