![](./pubData/source/images/pages/page31.jpg)
30 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL
naciones”. Después, al considerar desmoronada la autoridad política republicana,
justificaba que los mandos del Ejército se hicieran cargo del poder
para solucionar el gravísimo problema planteado, legitimando así su acción.
Se creaba entonces en dichos sótanos el Consejo Nacional de Defensa, que
se iba a enfrentar a las fuerzas de disciplina comunista en una auténtica
guerra civil dentro de la guerra civil, al tiempo que trataría de establecer
contacto con Franco para llegar a una paz negociada (Bande llama a esta
pretensión de Casado la ‘paz de los militares’, pues el coronel de Caballería
pensaba que sus emisarios, oficiales profesionales, conseguirían más de
Franco y los suyos al hablar el mismo idioma castrense y al haberse formado
todos en la misma cuna profesional. Se materializarían en las conversaciones
de Gamonal, Burgos, donde los emisarios republicanos no conseguirían
prácticamente ninguna concesión).
Mientras tanto, en Cartagena, los sublevados habían sido enérgicamente
sofocados y, además, todo un barco nacional -el Castillo de Olite-
hundido en la bocana del puerto cuando intentaba forzarlo para desembarcar
tropas en apoyo de los rebeldes, demostrando los prosoviéticos a propios y
ajenos que la decisión de luchar de forma numantina era más que un slogan
(el hundimiento produjo fuertes tensiones en la cúpula militar de Franco,
pues al parecer su Cuartel General, saltándose la recomendación del jefe
de las Fuerzas de Bloqueo del Mediterráneo, almirante Moreno, había ido
enviando buques sueltos al puerto cartagenero sin esperar a formar el convoy
como este gran marino -en buena lógica de agrupación de esfuerzos-
reclamaba. Esto provocó el hundimiento del desdichado buque y la muerte
de más de 1.000 marineros y soldados embarcados, noticia que amargó la
inminente victoria de los nacionales)9.
Los comunistas también se batirían duramente en las calles de Madrid
durante los días siguientes, luchando contra las fuerzas de Casado, que
solo lograron imponerse gracias a la decisiva intervención del IV Cuerpo de
Ejército de Cipriano Mera y a la llegada de otros refuerzos que se les van
uniendo. Los ácratas, al fin, lograban imponerse a sus odiados compañeros
de viaje, a los que despectivamente llamaban “chinos”, con los que tenían
muchas cuentas pasadas que ajustar... El pueblo de Madrid, famélico, no
salía de su asombro al presenciar los combates en la mismísima calle de
Serrano (téngase en cuenta que la sede central del Partido Comunista estaba
en el número 6 de tal vía -actual confitería Mallorca-, mientras que la de los
9 Romero, Luis; El final de la guerra; Editorial Ariel, Barcelona 1976. Ver también la
monumental e imprescindible obra de los hermanos Moreno de Alborán, La guerra silenciosa
y silenciada. Historia de la campaña naval durante la guerra de 1936-1939, en
cinco tomos, 1998.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 30-52. ISSN: 0482-5748