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176 JUAN PÉREZ CARRANDI
ficios expiatorios al efecto y, en la misma línea, el propio padre de Horacio
hará colocar una viga de madera (tigillo) en una estrecha calle del centro de
Roma de una a otra pared y hará pasar bajo esta a su hijo:
transmisso per uiam tigillo capite adoperto uelut sub iugum misit iuuenem11.
En su relato Livio se refiere a una viga o tigillo, pero al mencionar
el paso de Horacio habla del yugo (sub iugum). Al respecto de este ritual
singular dice Dionisio de Halicarnaso, quien emplea la palabra “ζυγόν”, que
nos encontramos ante una práctica que habría tenido un origen enteramente
purificatorio, siendo el de Horacio un último ejemplo en este sentido, pues
la práctica acabará derivando en una forma de sometimiento aplicada en el
mundo militar sobre los enemigos vencidos, haciendo a estos pasar bajo una
estructura básica compuesta por dos lanzas horizontales unidas a una tercera
vertical:
καὶ τελευτῶντες ὑπήγαγον τὸν Ὁράτιον ὑπὸ ζυγόν. ἔστι δὲ Ῥωμαίοις
νόμιμον, ὅταν πολεμίων παραδιδόντων τὰ ὅπλα γένωνται κύριοι, δύο
καταπήττειν ξύλα ὀρθὰ καὶ τρίτον ἐφαρμόττειν αὐτοῖς ἄνωθεν πλάγιον,
ἔπειθ᾽ ὑπάγειν τοὺς αἰχμαλώτους ὑπὸ ταῦτα καὶ διελθόντας ἀπολύειν
ἐλευθέρους ἐπὶ τὰ σφέτερα. τοῦτο καλεῖται παρ᾽ αὐτοῖς ζυγόν, ᾧ καὶ οἱ
τότε καθαίροντες τὸν ἄνδρα τελευταίῳ τῶν περὶ τοὺς καθαρμοὺς νομίμων
ἐχρήσαντο12.
Antes de adentrarnos en el empleo del yugo en el ámbito castrense
abordaremos brevemente la posibilidad de estar ante una práctica privativa
de los romanos, siendo otra posibilidad que dicha práctica estuviese presente
igualmente en otros pueblos. Las fuentes literarias clásicas se pronuncian
en el último sentido, y concretamente Trogo dice del sub iugum militar que
nos encontramos ante una costumbre de carácter itálico. Los pueblos de la
Península Itálica jamás manifestaron la menor voluntad de unión con el creciente
poderío romano, y en este sentido, en un contexto de guerra abierta
11 Liu. I.26.
12 Dion. Hal. III.22.7: “(…) realizaron otros ritos purificatorios y finalmente condujeron a
Horacio bajo el yugo. Es costumbre entre los romanos, cuando los enemigos deponen las
armas y ellos quedan como soberanos, clavar en tierra dos maderos rectos y ajustarles
encima un tercero transversal, luego conducir debajo a los cautivos y una vez que lo
atraviesan, mandarlos libres a sus casas. Esto lo llaman yugo, y fue el último de los ritos
expiatorios que utilizaron los que entonces purificaron a Horacio”, Trad. Elvira Jiménez-
Ester Sánchez, 1984).
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 176-196. ISSN: 0482-5748