162 JACINTO JESÚS MARABEL MATOS
Resultaba esencial tomar el fuerte de San Cristóbal para poder dominar
las baterías del castillo que impedían a los británicos aproximar las
suyas para abrir brecha y ejecutar un asalto general. Como se ha dicho, la
urgencia de Wellington era máxima y por esta razón dispuso un destacamento
de ciento cincuenta y cinco hombres para tomar el fuerte la noche del 6
de junio. A este destacamento formado en su mayor parte por granaderos de
las compañías del 85º y del 51º ligeros, se le unieron además voluntarios del
batallón del Ducado de Brunswick, de los Chasseurs Britanniques y del 17º
regimiento de infantería ligera portugués58.
A media noche, el forlorn hope abandonó las trincheras y avanzó sin
oposición sobre el glacis. Las empalizadas habían sido derribadas por el fuego
de la artillería y la contraescarpa tampoco representó ningún problema,
pues en este punto solo alcanzaba el metro de altura, pero al llegar al pie de
la brecha la encontraron impracticable y erizada de todo tipo de obstáculos.
Además, los franceses habían reconstruido el parapeto con fajinas, sacos
terreros y fardos de lana. Los granaderos del 88º regimiento de línea del
capitán Chauvin que defendían el fuerte, fueron armados con tres fusiles
cada uno, junto a gran cantidad de bombas de catorce pulgadas que debían
ser lanzadas al foso cuando apareciera el enemigo. Tan convencidos estaban
de su posición dominante que, “sin inmutarse, recibieron a los asaltantes a
pie firme, arrojándolos sobre los escombros, mientras todo tipo de bombas y
granadas, lanzadas por artilleros y zapadores, estallaban y llevaban la muerte
en medio de los grupos que se encontraban junto a la brecha”59.
Durante un cuarto de hora, ciento ochenta hombres, arracimados en
la estrechez del foso, trataron de fijar las escalas. Y cuando algunos de ellos
consiguieron apoyarlas, pudieron comprobar con desesperación que estas
eran demasiado cortas y se hacía imposible alcanzar el muro. El mayor
Mackintosh, que dirigía el grupo de asalto, ordenó la retirada de los pocos
soldados que aún quedaban en pie, porque por entonces más de la mitad
del destacamento había sucumbido en los fosos de San Cristóbal: el 51º
ligero perdió cuarenta y dos hombres, el 85º ligero a ocho, los portugueses
tuvieron treinta y siete bajas, y los mercenarios de los batallones extranjeros
siete. Por su parte, la guarnición tan solo tuvo que lamentar un muerto y
cinco heridos60.
Exasperados quizás con su propia negligencia, los británicos dirigieron
su rabia contra la población y al amanecer del día siguiente comenzaron
a castigar sin compasión la plaza: “un gran número de casas aparecían hun-
58 Oman Charles: op.cit., pp. 424-425.
59 Lamare, Jean-Baptiste Hippolyte: op.cit., pp. 189-190.
60 Oman Charles: op.cit., pág. 425; Lamare, Jean-Baptiste Hippolyte: op.cit., pág. 189.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 162-170. ISSN: 0482-5748