
ESPAÑA, PRIMAVERA DE 1939. RADIOGRAFÍA DE UN EJÉRCITO 25
damentalmente contra solo dos divisiones nacionales del Ejército del Sur,
la 22 y la 24. Hay que señalar que, con carácter previo a esta ofensiva que
vamos a ver, el Gobierno planeó en diciembre una interesante operación de
distracción consistente en un desembarco sobre Motril que llevaría a cabo la
23 División del Ejército republicano, mandada por el coronel de Infantería
don Carlos Jiménez Canito. Los cruceros Libertad, Miguel de Cervantes y
Méndez Núñez, más la flotilla de destructores del almirante Ubieta, serían
los encargados de escoltar el convoy de desembarco. Disensiones internas
en el alto mando republicano -con duras acusaciones cruzadas entre Rojo y
Miaja- hicieron que a última hora se cancelase la audaz operación.
Pero volvamos a la batalla de Peñarroya... Tras una ruptura fulgurante
entre los días 5 y 7 de enero de 1939, en que llegó haber cierta euforia en
las autoridades y los mandos republicanos por los éxitos que se iban consiguiendo
y por presenciar el algo más que temor causado en el bando nacional,
que se vio obligado a movilizar raudamente recursos para contener el
envite, lo cierto es que la batalla se estancó el día 8, convirtiéndose pronto
en un cruento choque de desgaste. Cruento y largo, pues iba a prolongarse
hasta el 24 del mismo mes, con fuertes combates principalmente en torno a
Cabeza de Buey (donde toda una división del Ejército nacional, la 102, resultó
cercada), Granja de la Torrehermosa y Peñarroya. Se puede decir que
los combates colearon por las cercanías incluso hasta febrero, en que todavía
se registran enfrentamientos por ese frente. De la preocupación que esta
última pero violenta ofensiva republicana causó en los mandos nacionales
nos da idea el que el propio Franco llegó a reprender a Queipo de Llano, jefe
del Ejército del Sur, al decirle taxativamente ante los titubeos observados al
inicio de la ofensiva que “el enemigo se propone con sus ataques salvar Cataluña,
pero es imposible suspender esta maniobra... Se han puesto en movimiento
suficientes fuerzas no solo para contrarrestarle, sino para derrotar
al enemigo... Así que es necesario se corrija de todo pesimismo y trasmita
la confianza a todos los escalones, recordando que las fuerzas enemigas
siempre han sido batidas en todos los frentes”. El número de bajas también
nos habla de la rudeza de estas operaciones, calculándose en unas 10.000
para los nacionales y en muchas más para los republicanos, puesto que solo
en muertos tuvieron más de 6.500 y un número similar de prisioneros6.
Conviene decir que, suspendido el desembarco sobre Motril, los republicanos
pensaron y ejecutaron dos acciones secundarias para coadyuvar
con esta ofensiva principal sobre Extremadura y Andalucía. La primera fue
6 Citado en Vázquez, Juan: La Guerra Civil española. Un enfoque militar de la contienda;
Galland Books, Valladolid, 2015.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 25-52. ISSN: 0482-5748