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infantería y 5.000 de caballería con el que debía cooperar en la expulsión de
los franceses de España35.
Uno de los principales problemas a los que tendría que hacer frente
era la escasez de medios de transporte. En un esfuerzo por sortear esa crisis
de compleja solución, sir John ordenó dejar atrás todo el equipaje pesado,
junto con las 1.200 mujeres y niños que, según estimaciones oficiales, se
habían unido al campamento británico.
Las normas del Ejército inglés permitían que un número limitado de
mujeres siguieran a sus maridos a la guerra, que no podían ser más de cinco
por cada compañía de 100 hombres. Y que en pago por sus labores en la
cocina, la limpieza y la costura, fueran incorporadas a la ración diaria de la
compañía.
La medida dada por el general Moore resultó impopular entre los
afectados, aunque Moore señalase con acierto que arrastrar tan gran número
de mujeres y niños a la guerra equivaldría a exponerlos “a las mayores penurias
y aflicciones”36.
Con todo, llegado el momento, muchos oficiales regimentales, que
deberían haber mostrado mayor cordura, debido seguramente a su corta experiencia
bélica e influidos por una concepción errónea del sentimentalismo,
decidieron hacer la vista gorda y dejaron pasar grupos de mujeres que se
mostraban firmemente resueltas a seguir a sus hombres, incumpliendo la
orden recibida. Desafortunada decisión.
35 En 1808, cuando se produzca el alzamiento contra la invasión napoleónica, varias comisiones
de diputados asturianos y gallegos acudieron a Londres a solicitar ayuda al Gobierno
británico en su guerra contra Napoleón. Como resultado de esa petición de ayuda,
ingentes tropas de soldados británicos llegaron a la Península, particularmente al noroeste
de España, dispuestos a impedir que los franceses avanzasen por la Península. Mientras
en el puerto de La Coruña desembarcaban 16.000 soldados y 2.000 caballos al
mando del general sir David Baird, el general sir John Moore hacía lo mismo en Lisboa,
formando así el gran ejército que se había de enfrentar a los franceses. Moore se situó
en Salamanca, bajo aviso de la llegada de un potentísimo Ejército Imperial al mando de
los mariscales Soult y Ney. Desde allí, sus tropas se extendieron por Zamora, Valladolid
y León, teniendo poco después que comenzar a replegarse hacia Astorga, pues, desbordados
por la magnitud y la potencia del ejército mandado por el mismísimo Napoleón,
se vieron obligados a buscar refugio en la ciudad de La Coruña, donde esperaban reembarcarse
de nuevo. En Astorga, Napoleón decidió abandonar él la persecución, y ante las
inquietantes noticias de un posible complot que le llegaron de París, y los sospechosos
indicios de movimientos prebélicos que anunciaban la proximidad de un nuevo conflicto
armado con Austria, decidió regresar urgentemente a la capital francesa. Antes de partir,
Napoleón dio órdenes tajantes al mariscal Soult de perseguir, sin tregua ni descanso, a
los ingleses. De este modo, las unidades británicas fueron acosadas y perseguidas por los
soldados imperiales hasta llegar a La Coruña, objetivo de ambos ejércitos.
36 SUMMERVILLE, Christopher: La retirada a La Coruña de sir John Moore, 1808-1809.
Inédita editores, Madrid, 2003, pág. 34.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 70-102. ISSN: 0482-5748