24 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL
Aunque Andalucía y Extremadura habían estado en el centro de atención
de las operaciones al principio de la guerra, la primera por ser la base de
los rebeldes y la segunda por ser lugar de paso de la columna Madrid, ambas
regiones -salvando la toma de Málaga en 1937-, habían caído después en el
olvido bélico, si bien ambos contendientes no habían dejado de enfrentarse
en sus tierras durante toda la guerra, como no podía ser de otra manera en un
frente extensísimo y delicado como era aquél. El gran cronista militar Martínez
Bande los llama ‘frentes olvidados’, y engloba aquí dos operaciones
importantes anteriores a la que vamos a estudiar: la batalla de Pozoblanco
en marzo de 1937 y el cierre de la bolsa de Mérida en el verano de 1938.
Pero no sería hasta pasado el fiasco del Ebro cuando el general Vicente
Rojo, jefe del Estado Mayor Central republicano, recuperara una vieja idea
concebida pero nunca desarrollada durante el gobierno de Largo Caballero:
el plan “P”. Este plan era un ambicioso proyecto que contemplaba un ataque
general de los gubernamentales sobre Extremadura y Andalucía, buscando
cortar las comunicaciones Norte-Sur de su enemigo en una ofensiva que debiera
haberse planteado desde el principio, pues podía suponer el corte de la
zona nacional en dos mitades, lo que sin duda hubiera sido un rotundo éxito
estratégico capaz de cambiar el signo de las hostilidades. Y es que aquí está
la clave estratégica de la guerra civil, que, descartada la caída de Madrid en
la primavera del 37, se mostró como una guerra larga y asimétrica: los nacionales
debían darla en el Norte del país, fundamental con su industria para
proveer de materiales a su ejército, como así harían; por el contrario, los
republicanos debían plantearla en el Sur de España, buscando cortar la base
de operaciones enemiga en dos mitades, complicándoles su libertad de movimientos
y amenazando con ello su misma existencia. Cuando ahora -enero
de 1939- quisieron hacer esto, ya era demasiado tarde. Además, en realidad
no se perseguía este objetivo estratégico, sino, como siempre, distraer a los
nacionales de su campaña principal, la de Cataluña. En este ir a la zaga de su
enemigo, que llevaba siempre la iniciativa de las operaciones militares, hay
que buscar el principal porqué de la derrota republicana.
Pero a pesar de hacerse a destiempo y buscando solo reducir la presión
sobre Cataluña, los frentepopulistas volcarían en el intento una fuerza
de maniobra más que considerable, con tres Grandes Unidades (el XXII
Cuerpo de Ejército -teniente coronel Juan Ibarrola-, la Agrupación ‘Toral’
-por su jefe, Nilamón Toral-, y la Columna ‘F’ -de Bartolomé Fernández)
bajo el mando conjunto del famoso general de la Guardia Civil don Antonio
Escobar, reuniendo más de 23 brigadas mixtas para la ocasión, sin contar reservas
(que estaban constituidas por todo un cuerpo de ejército, el XVII, sito
en Jaén), y con considerable apoyo artillero y de carros, que se volcaron fun
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 24-52. ISSN: 0482-5748