
MUJERES Y EJÉRCITO EN TIEMPOS DE NAPOLEÓN 61
En la Francia revolucionaria, la Convención aprobó el “Decret por
congédier des armeés les femmes inutiles” (Decreto para librar a los ejércitos
de las mujeres inútiles) de 30 de abril de 1793, que reducía la presencia
femenina por batallón a cuatro “blanchisseuses” o lavanderas y un número
indeterminado de “vivandières” o abastecedoras autorizadas a vender comida
y bebida a la tropa. Deberían tener un documento de autorización firmada
por el jefe del cuerpo, revisada por el comisario de guerra, y llevar una
señal distintiva, expulsando a todas las demás. Hacia 1804 ambos términos,
“blanchisseuses” y “vivandières”, serán desplazados por el de “cantinière”
o cantinera, centrada en la segunda función.
Lavanderas y cantineras seguirán a los ejércitos en todas las campañas
del Imperio mientras cruzaban el Viejo Continente de lado a lado.
En aquel tiempo, esas mujeres de excepcional carácter y fortaleza, hicieron
prueba de un sorprendente vigor físico. Conocieron los mismos sufrimientos
que los soldados, avanzando con ellos bajo la lluvia, la nieve o el calor,
y se convirtieron en su constante apoyo y compañía. Incluso en ocasiones
actuaron frente a las penalidades con mayor resignación. Como dejó escrito
el sargento Bourgogne:
“He visto mujeres soportar con un coraje admirable todas las penas
y las privaciones a las que se hallaban sujetas, y era una vergüenza y una
afrenta para muchos hombres que no sabían soportar la adversidad con el
mismo coraje y resignación”11.
Se pueden contar por centenares los militares que recogieron en sus
memorias recuerdos agradecidos a la oscura, pero importantísima, labor de
estas mujeres, que demostraron un excepcional coraje psíquico a la hora de
ayudar a sus compañeros soldados. Por todas esas acciones, y otras muchas
más, algunas fueron condecoradas, pero, sobre todo, recibieron el reconocimiento
por siempre de los soldados imperiales12.
La vida de las vivandières, que es como se las conocía, por lo general
era sacrificada y bastante dura. Muchas de ellas, por no decir la mayoría,
habían terminado en esa actividad, y con tan “particular” modo de vida, por
seguir los pasos de algún que otro soldado del que habían caído “enamoriscadas”.
Después, por cuestión de supervivencia, se habían iniciado en el trapicheo
y comercio en pequeñas cantidades de ciertos productos alimenticios
o de alcohol, que ellas transportaban en algún caballo comprado a cualquier
11 Citado por DAMMAME, Jean Claude: op. cit., pág. 305.
12 FACON, Patrick; GRIMAUD, Renée y PERNOT, François: Au Coeur de la Grande
Armèe. La Glorieuse épopée de Napoléon. Edit. Atlas, Evreux, 2004, pág. 37-39.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 61-102. ISSN: 0482-5748