200 AGUSTÍN J. PÉREZ CIPITRIA
tida a la autoridad regia, aunque también se vio beneficiada con la exención
de impuestos, el reconocimiento a la jurisdicción señorial y la posesión de
tierras. Ante esta nueva situación, las guerras del norte de África se presentaban
para ellos como una oportunidad de consolidar su estatus social y aumentar
su prestigio pues tenían el derecho y la responsabilidad de defender
las zonas conquistadas tal y como ocurrió en la toma de posesión de Melilla
en 1497 por parte del duque de Medina Sidonia.
Otro aspecto a tener en cuenta fue el económico. La producción africana
de mercancías demandadas en la península motivó el interés español
en conquistar tierras magrebíes pues así se controlaba más fácilmente el
comercio en el Mediterráneo y en el mar de Alborán. Conquistar plazas norteafricanas
suponía una importante seguridad geoestratégica ya que aseguraba
la navegación en el Estrecho de Gibraltar y, especialmente, dificultaba
una posible contraofensiva musulmana sobre el recientemente conquistado
reino granadino2.
Por último, hay que considerar la justificación religiosa. Los conflictos
bélicos en las zonas islamizadas no solamente se producían como consecuencia
del gran rechazo que había en aquella época hacia el islamismo,
estimado por muchos como una religión espuria, sino también, por lo mal
considerados que estaban los sistemas de gobierno islámicos. Fue precisamente
la Reina Católica quien expresó en su testamento la importancia de
conquistar zonas de África con el objeto de combatir la religión mahometana:
Ruego a la princesa mi hija y al príncipe mi marido que, como príncipes
católicos, muestren la mayor atención a las cosas relativas a Dios y a
la Santa Fe; se ocupen incesamente de la conquista de África y de combatir
por la Religión contra los infieles3.
A esto hay que añadir el gran interés que había en la Europa cristiana
y en concreto en el papado bajo los pontificios de Alejandro VI (1492-1503)
y Julio II (1503-1513) por potenciar nuevamente las cruzadas aportando
para ello considerables subsidios a la corona española4. Es precisamente
dentro de este ideal religioso-militar en donde se encontraba plenamente
identificado el cardenal Cisneros hasta el punto de ser considerado por muchos
como el último de los grandes cruzados.
2 FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel: Isabel la Católica. Espasa, Madrid, 2006, pág. 402.
3 ISABEL LA CATÓLICA: Testamento, ed. Archivo General de Simancas, Valladolid,
1994, pág. 28.
4 BRAUDEL, Fernand: En torno al Mediterráneo, Paidós, Barcelona, 1997, pág. 54.
Revista de Historia Militar, 129 (2021), pp. 200-232. ISSN: 0482-5748