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SECCIONES - OBSERVATORIO INTERNACIONAL
LA CRISIS POLÍTICA Y ECONÓMICA
DE SRI LANKA Y SUS REPERCUSIONES
Alberto P. Moreno
Coronel de Infantería
Sri Lanka, la isla situada al sur de la India
considerada la «Perla del Océano
Indico» por sus playas, campos de té,
y contar con ocho espacios Patrimonio
de la Humanidad, va camino de ser
un «Estado fallido» tras meses de protesta.
Los 22 millones de cingaleses,
tamiles y musulmanes que pueblan
Sri Lanka soportan una grave crisis
económica provocada principalmente
por la ineficacia y mala gestión del
gobierno, pero también por la corrupción
de un sistema en el que varias familias
ostentan por turno el poder político,
económico y militar. El régimen
político de la familia Rajapaksa, iniciado
por Mahinda Rajapaksa en 2005,
ganó popularidad en 2009 al poner fin
a la guerra civil y eliminar a los Tigres
de Liberación de Tamil Eelam (LTTE)
tras 30 años de conflicto que agotaron
la economía del país por el esfuerzo
bélico y la retirada de inversores en
la industria textil. Una situación agravada
por el impulso de Mahinda de
abordar grandes proyectos que dispararon
la deuda externa1.
CRISIS ECONÓMICA Y
DETERIORO DE LA SITUACIÓN
EN SRI LANKA
Al asumir la presidencia en 2019, Gotabaya
Rajapaksa decidió recortar
impuestos y prohibir el uso de fertilizantes
químicos, medidas que provocaron
malas cosechas de arroz y té,
y unidas a la caída del turismo por la
pandemia, aumentaron el precio de los
bienes esenciales, a pesar que el gobierno
recurrió a reservas extranjeras.
Esto provocó manifestaciones que derivaron
en violencia y cientos de manifestantes
intentaron asaltar la casa de
Rajapaksa que tres días después provocaban
la renuncia del Gobierno2. Las
protestas continuaron y el 9 de julio Rajapaksa
dimitió tras los enfrentamientos
generalizados entre manifestantes
y policía, y aunque el primer ministro
nombrado en marzo, Ranil Wickremesinghe,
también ofreció su renuncia
114 / Revista Ejército n.º 977 • septiembre 2022
por recomendación de los líderes de
su partido, los manifestantes también
incendiaron su casa3.
Así Gotabaya Rajapaksa, cada vez
más aislado y desasistido por los jefes
militares, el 13 de julio emprendía
la huida a Maldivas, y posteriormente
a Singapur. Unos hechos
que provocaron días después que el
Parlamento nombrara presidente a
Wickremesinghe, quien declaro el estado
de emergencia y será el encargado
de estabilizar el país y negociar
con el FMI un nuevo plan de rescate
que lo libere de la crisis económica
que sufre4. Con una inflación que supera
el 50 %, y una deuda con prestamistas
extranjeros de 51 000 millones
de dólares -la mitad con vencimiento
en 2027- Sri Lanka ya había importado
en mayo 3000 millones de dólares
más de los que exporta anualmente,
lo que acarreó que no pudiese pagar
los intereses de su deuda. Y aunque el
Banco Mundial acordó prestarles 600
millones de dólares, y el G7 apoyaba
sus intentos de reducir su deuda, Sri
Lanka tuvo que pedir a Rusia y Qatar
el suministro de petróleo a bajo precio.
Prueba de la difícil situación del
país es que el Coordinador de la ONU
en Colombo afirmaba que 22 % de la
población necesitaba asistencia alimentaria,
y el 9 de junio la ONU pedía
47,2 millones de dólares para asistencia
en septiembre5. No obstante,
Wickremesinghe ha preparado una
hoja de ruta de política nacional para
los próximos 25 años que apunta a reducir
la deuda pública y convertir el
país en una economía exportadora, a
la vez que pretende un plan de rescate
a cuatro años con el FMI que espera
negociar en septiembre6. Pero para
lograr estas metas Wickremesinghe
tendrá que aumentar los impuestos
y los precios de los servicios públicos,
acometer reformas estructurales
que hagan la economía más abierta, y
conseguir un consenso nacional que
permita poner en marcha las reformas
que imponga el FMI.