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su palacio del Altillo de Buenavista a
S. M. católica para que los aposentos
que ocupara estuvieran en consonancia
con el decoro que la realeza
requería. Pronto quedó convertido el
Palacio de Buenavista en el sitio favorito
del rey, que lo llamó su «casa
de campo» por lo alejado que estaba
entonces del núcleo de la villa. Es
por ello por lo que este palacio sirvió
de alojamiento a la emperatriz María
de Habsburgo (María de Austria),
consorte de Maximiliano II del Sacro
Imperio Romano Germánico; al fallecer
este en 1576 y regresar su viuda
a España en 1581, su hermano Felipe
II le cedió el Palacio de Buenavista
para que fuera ocupado por ella y su
hija, la serenísima infanta doña Margarita,
la mujer que despreció la corona
más rica de la tierra por abrazar
los hábitos monjiles de las salesas
reales, entre las que llegó a ser abadesa
del convento. Allí se hizo esposa
del Santísimo la que pudo haber
sido quinta esposa de su augusto tío.
En los salones de la nueva residencia
se despacharon los asuntos políticos
de nuestros inmensos dominios, de
aquel imperio donde jamás se ponía
el sol. La emperatriz María de Habsburgo
falleció en el año 1603 y cedió
el Palacio de Buenavista a su sobrino,
el rey Felipe III.
LA «HUERTA DE JUAN
FERNÁNDEZ»
Lindante con estos terrenos, se encontraba
la llamada «Huerta de Juan
Fernández» o «Huerta del Corregidor
», uno de los sitios más concurridos
de la villa. Era propiedad de don
Juan Fernández, que fue corregidor
de Madrid por el año 1624. Durante el
reinado del «Rey Planeta», como llamaban
sus cortesanos a Felipe IV, este
lugar adquirió tal importancia que era
frecuentado por la mejor nobleza de
la corte. Cubierta de césped, con el
laberinto de sus bosquecillos y cenadores,
las parejas de enamorados, los
poetas y las más bellas damas acudían
allí a darse cita, en el mismo lugar
que en las horas de la madrugada era
preferido por los duelistas para tratar
sus cuestiones de honor. Tirso de Molina
inmortalizó los días de la Huerta
de Juan Fernández en una obra que
lleva ese nombre.
DISTINTAS VICISITUDES
Y NUEVOS CAMBIOS DE
PROPIEDAD DE ESTE
Fallecido el rey Felipe III el 31 de
marzo de 1621, el Palacio de Buenavista
pasó después por venta a don
Diego de Silva y Mendoza, conde de
Salinas y Ribadeo, quien ensanchó
aquellos terrenos con la adquisición
de nuevas parcelas, entre las que se
encontraba la Huerta de Juan Fernández.
La Huerta de
Juan Fernández
se anexiona por
compra al Palacio
de Buenavista
Diego de Silva habitó el Palacio de
Buenavista hasta su fallecimiento
el 15 de junio de 1630 y pasó a heredarlo
su hijo don Rodrigo de Silva
y Sarmiento, el cual, ante la desarreglada
hacienda de su padre el
conde y los muchos acreedores
Cardenal Gaspar de Quiroga y Vela (1512-1594)