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Anjera, y Melilla, en el extremo nordeste
del Mediterráneo. Aunque Ceuta
distaba de Melilla unos doscientos
quince kilómetros, no existía ninguna
ruta terrestre entre ambas plazas en
esas fechas, tampoco entre Ceuta y
Larache. Por lo tanto, las comunicaciones
entre las mencionadas ciudades
tenían lugar por mar. El interior
de la zona constituía un misterio por
explorar.
En la época en que se inició la implantación
de nuestro protectorado, la población
indígena se estimaba en unos
setecientos sesenta mil habitantes,
los cuales, en su gran mayoría, eran
bereberes —término de significación
lingüística más que racial—, hombres
de raza blanca que hablaban una lengua
derivada de la rama camita de la
familia lingüística camito-semítica.
Los bereberes estaban organizados
en tribus (cabilas).
División del protectorado
España dividió su zona de responsabilidad
en cinco territorios:
1. YEBALA, habitado por las cabilas
de Anjera, Al Hauz, Wad-Ras, Beni
Mesauar, Jebel Habib, Beni Ider, Beni
Aros, Beni Lait, Beni Hassan y Beni
Hosmar.
2. LUCUS, donde vivían las de Garbia,
el Sahej, Khlot, Khot Tilig, Beni
Gorfet, Ahl Serif, Sumata, Beni Isser
y Beni Skar.
3. GOMARA, patria de las de Beni
Said, Beni Seyyel, Guezawa, Beni Yahmed,
Beni Khaled, Beni Ersin, Metiva,
Beni Smih, Beni Guerir, Beni Busra,
Beni Selmán, Beni Mensor y Beni
Serwal.
4. RIF, con sus cabilas de Mestasa,
Beni G’mil, Beni Bu Frah, Targuist,
Ketama, Beni Ammart, Beni Urriaguel,
Bucoya, Beni Iterft, Beni Turin y
Gueznaya, así como un pequeño grupo
de tribus reducidas cerca del monte
Tidiguin, conocidas colectivamente
con el nombre de senhaja.
5. KERT, habitado por las de Temsaman,
Beni Ulishek, Tafersit, Metalsa,
Beni Said, Beni Bu Gofar, Beni Sicar,
Maruza, Beni Bu Ifruz, Beni Sidel, Beni
Bu Yahi, Ulad Stut y Quebdana.
En total, más de sesenta cabilas poblaban
el territorio bajo responsabilidad
española. Entre todas ellas, las
del Rif habían sido siempre las más
fuertes e importantes y, entre los rifeños,
los miembros de la de Beni Urriaguel
eran los más belicosos y numerosos.
A la firma del tratado de Madrid
en 1912, España se prepara para la
ocupación de su zona; a tal fin, nombra
un alto comisario del Marruecos
español como máxima autoridad y
sitúa la capital en Tetuán. A efectos
administrativos, se dividió el protectorado
en tres comandancias, Larache,
Ceuta y Melilla, y, a causa de la
dificultad para las comunicaciones
entre ellas, a cada comandante general
se le otorgó un grado de autonomía
importante en el ámbito local.
Aunque, teóricamente, los comandantes
se hallaban bajo la jurisdicción
del alto comisario de Tetuán, también
recibían órdenes directamente de los
Ministerios de la Guerra y de la Gobernación
de Madrid.
A finales de diciembre de 1918, las
tres comandancias se refundieron en
dos: Ceuta y Melilla.
INTRODUCCIÓN
En 1919, fue nombrado alto comisario
—es decir, máxima autoridad en el
Marruecos español— el general Dámaso
Berenguer. En este orden de
cosas, en febrero de 1920 tomaba
posesión de la Comandancia General
de Melilla el general don Manuel Fernández
Silvestre. Ambos eran prestigiosos
militares con una gran experiencia
en los temas de África, donde
llevaban destinados bastantes años.
Empero, ambos tenían opiniones distintas
sobre cómo pacificar mejor el
Marruecos español.
El general Berenguer defendía y aplicaba
el método de la «mancha de
aceite», es decir, un avance paulatino,
con vistas a la ocupación efectiva del
territorio, mediante la combinación
de la acción militar y de la acción política
con la finalidad de ganarse a la
Cabilas del Protectorado español de Marruecos