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LA FRICCIÓN EN EL CAMPO
OPERACIONAL
Otra lección que nos aportó el conflicto
fue la imperfección manifiesta
del multilateralismo hegemónico
ejercido por los Estados Unidos de
América al condicionar la intervención
de los otros actores con su acción
unilateral, de modo que las misiones
en apoyo a la estabilización
del país llevadas a cabo por ISAF,
UNAMA y la propia acción gubernamental
del gobierno afgano se vieron
desde sus inicios lastradas y entorpecidas
por la acción de las fuerzas
estadounidenses, que, con su operación
Libertad Duradera (OEF), libraban
su particular guerra global
contra el terror, dirigida contra los
elementos de Al Qaeda y sus colaboradores
en el seno de la insurgencia
talibana.
Dicha campaña, centrada casi exclusivamente
sobre la comunidad pastuna,
agudizaba su resentimiento
contra el Gobierno afgano y las propias
fuerzas de la comunidad internacional.
Además, socavaba la autoridad
de la Administración central
afgana al apoyarse con frecuencia en
las autoridades y hombres fuertes locales
y regionales, en detrimento de
las Fuerzas Armadas y de seguridad
afganas. Ante ello, los múltiples programas
de reconciliación llevados a
cabo por el propio Gobierno afgano
con el apoyo de la comunidad internacional
fracasaron en su intento de
atraer y desmovilizar a la fuerza insurgente
dentro de la comunidad
pastún.
Esta situación provocó que la misión
principal de apoyo a la seguridad por
parte de las fuerzas internacionales
se viera amenazada y, en muchos casos,
comprometida con las acciones
de apoyo a la lucha contraterrorista,
liderada casi en exclusiva por los Estados
Unidos, y con los programas de
reconciliación llevados a cabo por la
Administración afgana.
Fue esta fricción la que condicionó
el objetivo último de la misión de las
fuerzas de la Alianza: crear un entorno
de seguridad estable que abarcase
todo el territorio afgano y donde las
nuevas instituciones se convirtieran
en las únicas que ejerciesen el poder
legítimo. La falta de coordinación y de
unidad de esfuerzos hacia ese objetivo
estratégico final estuvo muy presente
a lo largo de toda la operación.
La creación de ese entorno de seguridad
22 / Revista Ejército n.º 977 • septiembre 2022
estable implicaba, para las
fuerzas de la Alianza, trabajar conjuntamente
con las Fuerzas Armadas
(ANA) y Fuerzas de Seguridad afganas
(ANSF), empeñadas en anular la
influencia de la insurgencia talibana
sobre el pueblo afgano y ganarse, de
ese modo, su apoyo.
Todo ello planteó continuos retos operacionales
y tácticos a las fuerzas internacionales,
que tuvieron que lidiar
en su día a día con el apoyo al sistema
de seguridad nacional afgano y con
la amenaza de una fuerza insurgente
que comprometía sus tareas más básicas.
Con tesón y valentía, se fueron
ganando el apoyo popular allí donde
operaban, pero la errática acción política
de la Administración afgana malogró
la consolidación de un clima de
paz y seguridad estable en todo el territorio
afgano.
Las Fuerzas Armadas y los órganos
de seguridad afganos se aprestaron
Mulá Mohamed Omar