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buscados por la operación. En el caso
que nos ocupa, la concurrencia de diferentes
actores políticos propició,
ya desde el mismo inicio de la operación,
una acusada falta de acuerdo
sobre los objetivos que debían alcanzarse
y una continua descoordinación
para establecer planes y prioridades
en aras de la estabilización del país.
La política errática de las cinco administraciones
norteamericanas que se
sucedieron durante el conflicto, la ausencia
de una dirección estratégica
clara por parte de Naciones Unidas,
las tensiones existentes dentro de la
comunidad internacional para asumir
los riesgos inherentes a la operación
y el nulo liderazgo ejercido
por la propia Administración afgana
arrastraron a una falta clara de
autoridad estratégica que aportase
coherencia y supervisión a los diferentes
esfuerzos y acciones realizados
tanto por el componente civil y
militar de la operación como por las
propias autoridades afganas a nivel
local, regional y central.
Todo ello puso de manifiesto una vez
más las muchas carencias de las que
adolece el actual liderazgo político
estratégico, instalado en el inmediato
horizonte temporal de la contienda
electoral y, en general, más preocupado
por la imagen y la narrativa
que por la realidad imperante. Se
echó en falta una adecuada comunicación
estratégica que expusiera a
la población la transcendencia de los
fines y objetivos perseguidos y tratara
de amoldar, a la vez, los respectivos
intereses políticos nacionales
con los propios de la escena internacional
y otros de índole ética y moral.
Otro aspecto importante que se
puso de manifiesto es que el unilateralismo
en la definición de fines y objetivos
estratégicos conduce a bien
poco en un mundo cada vez más
multipolar, donde la persuasión y la
habilidad para construir consensos
dentro de las organizaciones internacionales
son del todo necesarias.
Sobre el asunto y en relación con la
apresurada salida estadounidense
de Afganistán, ha quedado patente
que «las decisiones estratégicas
traen consecuencias estratégicas»1
como es la vuelta al poder de los talibanes
y la reversión, en cuestión de
días, de todo el trabajo realizado en
veinte años.
LA IMPORTANCIA DE
LA SENSIBILIZACIÓN O
CONCIENCIA INTERCULTURAL2
(CROSS-CULTURAL
AWARENESS)
A la indefinición político-estratégica
de los actores operantes en Afganistán
se unía el problema de la diversidad
cultural propia del pueblo
afgano y, en muchos aspectos, totalmente
alejada de la cultura occidental.
Uno de los indicadores más determinantes
de la falta de sensibilización
intercultural es caer en el
etnocentrismo, que impone la cultura
propia como único patrón interpretativo
de modelos sociales y
culturales. Así, algunos ejemplos
clásicos de ese etnocentrismo que
se pusieron de manifiesto en Afganistán
fueron imponer un régimen
social y democrático de derecho
sobre un grupo de tribus y etnias
carentes de identidad nacional y de
cultura democrática, favorecer una