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consecuencias del desastre de Annual—
propició el golpe de Estado del
general Primo de Rivera el 13 de septiembre
de 1923 y la implantación de
una dictadura militar.
Uno de los primeros problemas a los
que tuvo que hacer frente el primer
gabinete de la dictadura fue el de Marruecos.
En relación con el protectorado,
Primo de Rivera siempre se
había manifestado partidario de su
abandono; a tal fin, inició el repliegue
de los soldados que operaban en
la zona occidental. Sin embargo, las
circunstancias operaron en su contra,
pues la intención española fue interpretada
como signo de debilidad y
el líder rifeño Abd el-Krim cimentó en
ella su prestigio y credibilidad. Entre
septiembre y diciembre de 1924, las
tropas españolas abandonaron más
de trescientos puestos en el sector de
la Comandancia General de Ceuta, replegándose
hacia una línea fortificada
costera que se denominó «Línea Primo
de Rivera» o «Línea Estella», alrededor
de las ciudades de Ceuta, Melilla,
Tetuán y Larache. El líder rifeño,
que había proclamado la República
del Rif a principios de 1923, logró, al
calor del repliegue español, consolidar
su liderazgo y aglutinar un ejército
bien pertrechado y organizado, a la
par que controlar no solo el Rif, sino
Gómara y Yebala.
Esta situación obligó al dictador a tomar
medidas excepcionales que se
materializaron en la planificación de
una gran operación anfibia: el desembarco
en la bahía de Alhucemas, en el
corazón del Rif, que buscaba asestar
un golpe definitivo para acabar con el
foco central de la rebelión. No obstante,
Primo de Rivera tanteó otras posibilidades,
para lo cual inició negociaciones
con el líder rifeño, las cuales
fueron utilizadas por este para fortalecer
la resistencia marroquí e incrementar
las operaciones bélicas, a la
par que le permitían la consolidación
y preparación de sus tropas.
El líder rifeño, envalentonado por el
repliegue español de 1924, tomó la
decisión de atacar el protectorado
francés en la primavera de 1925. En
su galopada llegó hasta las proximidades
de Fez. Así, Francia, que nunca
había querido colaborar con España
en operaciones destinadas a la
pacificación de Marruecos, se decidió
a cooperar el 8 de septiembre de 1925
en el desembarco de Alhucemas,
cuyo objetivo era acabar con el poder
de Abd el-Krim.
SITUACIÓN DE KUDIA TAHAR
Abd el-Krim tenía conocimiento de
que el Gobierno español estaba preparando
una operación de desembarco
en la bahía de Alhucemas. No
obstante, desconocía el sitio exacto
donde se llevaría a cabo, no así que,
para su realización en breve plazo, debía
emplearse un número muy importante
de fuerzas de la zona occidental.
Con el fin de aventar el peligro que
dicha operación suponía para la República
del Rif, pergeñó un plan para
romper el frente de Tetuán y ocupar la
capital del protectorado. Si esta caía
—pensaba el líder rifeño—, se produciría
un Annual político y la operación
de Alhucemas quedaría abortada.
Dada la magnitud de la empresa proyectada,
puso al frente de esta a su
mejor subordinado, Admed el Heriro.
La capital de la zona de nuestro protectorado
estaba defendida hacia el
sur por una línea de posiciones que
distaban de esta unos cinco kilómetros.
De entre ellas destacaba Kudia
Tahar, verdadero nido de águilas, desde
la que se dominaban las entradas
orientales a Tetuán.
El Heriro, conocedor de la importancia
de esta posición en el conjunto del
cinturón defensivo de la ciudad, decidió
atacarla. A tal fin, organizó un harca
de dos mil hombres, con los que
llevó nueve piezas de artillería. Ubicó
su puesto de mando en el collado de
Dar Rai, desplegó sus tropas para atacar
la posición y emplazó los cañones
en Hafa de Duira.
ATAQUE A LA POSICIÓN
Al amanecer del día 3 de septiembre
de 1925, se desencadenó el ataque a
la posición que, al mando del capitán
Zaracíbar, defendía una compañía del
Regimiento de Infantería n.º 5, apoyada
por los componentes de otras armas
y servicios; en total, había unos
ciento treinta hombres. La posición
disponía, como armamento pesado,
de cuatro cañones y seis ametralladoras
que, a las setenta y dos horas
de iniciado el ataque, habían sido inutilizados
por el fuego enemigo. La
violencia del bombardeo al que fue
sometida la posición los días 3, 4 y 5
la dejó convertida en un montón de
ruinas humeantes y sus defensores
fueron reducidos a cuarenta y ocho
hombres útiles con escasa munición,
casi sin agua y con el jefe de la posición
muerto.
Nada más tener conocimiento del ataque
a Kudia Tahar, el mando organizó
varias columnas de socorro. Así, el
día 3 dos compañías del Batallón de
Cazadores de África n.º 6, al mando
del comandante Manuel González,
salieron de la posición de Gorgues