![](./pubData/source/images/pages/page119.jpg)
119
se necesitarán armas de precisión,
mejoras en los sistemas de mando y
control, en comunicaciones y en inteligencia,
así como desarrollar la guerra
de la información. Reconoce que
estos cambios tardarán en producirse,
pues los ejércitos evolucionan tecnológicamente
más lentamente que
las sociedades a las que pertenecen y
considera que esta forma de hacer la
guerra podría estar madura en 2030.
Slipchenko considera la Guerra de
las Malvinas como la precursora de
la guerra sin contacto. El ejemplo que
ilustra esta aseveración es el uso de
los misiles Exocet por parte de las
Fuerzas Armadas argentinas. Al inicio
de la guerra, Argentina solo tenía
cinco misiles y con ellos fue capaz de
hundir o dañar tres barcos británicos.
El autor ruso ve en estas acciones el
inicio del cambio en el paradigma de
la guerra. Posteriormente, en 1991,
la Guerra del Golfo, se convirtió en el
verdadero prototipo de este tipo de
guerra en la que, a través de las armas
de largo alcance y precisión, se
podía derrotar al enemigo con un empleo
mínimo de las fuerzas terrestres.
Una de las conclusiones inmediatas
de Slipchenko es que las fuerzas terrestres
ya no eran tan necesarias
para lograr la victoria e incluso se
atrevía a proponer que se convirtieran
en una suerte de fuerza de protección
de fronteras. Otro de los ejemplos
que usó, para argumentar este
razonamiento fue un ejercicio de simulación
norteamericano en el que
se sustituían las fuerzas terrestres de
interposición entre dos partes en conflicto,
con sensores de inteligencia y
armas de precisión de largo alcance.
Sin embargo, el General ruso no se
mostraba muy optimista con la capacidad
de las Fuerzas Armadas rusas
para evolucionar rápidamente hacia
la sexta generación. Aun considerando
que Rusia disponía de la tecnología
suficiente para dar el el salto, creía
que, debido a su debilidad económica,
tendría escasa capacidad de producción
en masa y de almacenamiento.
Por lo tanto, tardaría años en tener
una capacidad equiparable a la de Estados
Unidos.
En el año 2005 se publicó el libro
Guerra futura que recogía, entre otros
autores, una conferencia de Slipchenko.
En ella debatió la necesidad
de que Rusia reconociera a China
como un aliado y no como un competidor
consciente de que Pekín evolucionaba
rápidamente hacia la sexta
generación. Preguntada su opinión
sobre una posible guerra sin contacto
con Taiwan, contestó que China estaba
preparada para ello y que tendría
tres posibles líneas de acción. La primera
sería una invasión mediante desembarco
anfibio que descartaba por
completo. La segunda era un ataque
nuclear táctico, pues la doctrina china
permitía el uso de armas nucleares
en territorio propio si fuera necesario,
y Taiwan, a los ojos de Pekín lo era. Estas
dos primeras opciones serían guerras
de cuarta y quinta generación. La
tercera línea de acción sería la verdadera
guerra sin contacto: destrucción
de fuerzas, de la economía y cambio
de régimen. Sin embargo, el propio
Slipchenko pensaba que no se daría
tal guerra dada la enorme interdependencia
económica entre ellos y el daño
que China se auto-infligiría si destruía
la economía taiwanesa.
Vladimir Slipchenko, como otros autores
occidentales, quedó impresionado
por la actuación norteamericana en la
Guerra del Golfo de 1991. Muchos autores
sacaron como conclusión inmediata
que las fuerzas terrestres habían
dejado de ser importantes en la guerra.
Sin embargo la posterior invasión
de Irak en 2003 o la de Ucrania en 2022
han demostrado que sin el control físico
del terreno no hay victoria.
Ángel José Adán García
Coronel de Artillería DEM
Portada del libro «Guerra Futura» de 2005