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Las conclusiones que obtenemos
del examen de estos datos son las
siguientes:
a) En cada una de las cinco ediciones
que estudiamos, el campamento de
selección produjo resultados de calidad
muy diferente.
b) La eficacia del campamento como
prueba selectiva tendió a disminuir
con cada sucesiva edición.
c) La diferencia entre la primera vez
que los aspirantes concurrían al campamento
y las ocasiones sucesivas
es importante (18 puntos por término
medio).
d) Para la promoción XXXVII, la eficacia
del primer campamento al que
los aspirantes habían concurrido es
apenas superior a la de una selección
completamente aleatoria (entre aquellos
aspirantes que superaron las distintas
pruebas de selección y acabaron
graduándose como tenientes).
Todo ello nos sugiere que, a pesar del
esfuerzo realizado para crear un sistema
que permitiera observar en detalle
las cualidades personales de los
aspirantes y seleccionar de entre ellos
a los más dotados para la profesión
militar, este objetivo no llegó a alcanzarse.
El campamento acabó siendo
una «prueba» que había que superar
para ingresar en la Academia, más
que un sistema eficaz de selección de
los más dotados para desarrollar con
posterioridad una carrera militar exitosa.
La reiteración de esfuerzos y el
conocimiento colectivo adquirido sobre
cómo funcionaba la prueba y qué
había que hacer para puntuar bien en
ella acabaron teniendo un efecto determinante
sobre los resultados.
LA FASE ESCOLAR DEL
CURSO SELECTIVO FRENTE
A LA TOTALIDAD DE LA
CARRERA COMO PRUEBA DE
CLASIFICACIÓN
En segundo lugar, intentaremos responder
a la pregunta de si los resultados
de la fase escolar del Curso Selectivo
constituían un buen predictor del
futuro éxito en la carrera militar. Para
ello, compararemos dichos resultados
con los obtenidos al terminar los cinco
cursos de estudio en las academias,
que culminaban con la graduación
como tenientes. En principio, estos últimos
resultados deberían ser mejores,
ya que estaban basados en un periodo
de observación de los alumnos mucho
más largo (cinco años, en lugar de uno)
y en ellos se tenían en cuenta los resultados
32 / Revista Ejército n.º 977 • septiembre 2022
obtenidos en una gran variedad
de materias de estudio (militares,
ciencias sociales y ciencias puras), así
como la conducta. Sin embargo, dado
que el enfoque de la enseñanza en las
academias españolas era «procedimental
» y estaba enfocado en las necesidades
de los primeros empleos de
oficial, esos resultados finales en realidad
deberían reflejar la aptitud estimada
para ser un buen teniente y capitán.
Cabría preguntarse si los resultados
de la fase escolar del Curso Selectivo,
basados, sobre todo, en las calificaciones
obtenidas en asignaturas de
ciencias puras, constituían un mejor
predictor de éxito en empleos militares
más avanzados.
Para dar respuesta a esta pregunta
estudiaremos qué proporción de los
generales de las promociones XXXIII
a XXXVII se encontraba en la cabeza
(primer 10 %), tanto al superar el Curso
Selectivo como al final de los estudios,
y qué proporción de los «top 40»
se encontraba en el primer tercio. Para
el ingreso utilizaremos las listas de admitidos
a segundo curso de la Academia
General Militar, según fueron publicadas
en los respectivos Diarios
Oficiales del Ejército, que incluyen no
solo a los futuros oficiales de las cuatro
armas combatientes, sino también
a los del Cuerpo de Intendencia (menos
del 10 % del total, con una mayoría
situada en los dos últimos tercios de
sus respectivas promociones). Para
los resultados de salida, se tomará el
escalafonamiento definitivo realizado
para el ascenso a teniente, que está
confeccionado por armas. La base
de referencia para calcular los porcentajes
es el conjunto de aprobados
al finalizar la fase escolar del Curso