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Administración afgana y un desarrollo
institucional totalmente alejados
de las necesidades del pueblo afgano
y estimular la creación de órganos
de seguridad nacional al estilo de los
países occidentales.
Las consecuencias de esa falta de
sensibilización intercultural fueron
un Gobierno afgano muy cuestionado
por su pueblo al considerarlo títere
de la comunidad internacional y,
también, por sus múltiples escándalos
de corrupción, que lo hacían incapaz
de imponerse en todo el territorio;
unas Fuerzas Armadas y unas
Fuerzas de Seguridad afganas totalmente
inoperantes en su lucha contra
la insurgencia talibana, sin el apoyo
de las fuerzas estadounidenses y
las de la coalición, y una comunidad
internacional alejada de las percepciones
reales del pueblo afgano.
Cuando hablamos de percepciones,
es muy importante captar esa sensibilidad
intercultural que nos ayuda
a conocer las prioridades de las
distintas culturas e identidades étnicas
operantes y, de ese modo, llegar
con efectividad a sus mentes y
corazones. En el caso que nos ocupa,
Naciones Unidas debería haber
actuado desde el principio como
una instancia aglutinadora de todas
esas sensibilidades culturales que, a
modo de equipo negociador, apoyase
la toma de decisiones de los componentes
20 / Revista Ejército n.º 977 • septiembre 2022
civil y militar participantes
en la estabilización y reconstrucción
del país.
En el aspecto operacional y táctico,
aunque esa sensibilización intercultural
está grandemente instalada en
la forma de operar de la mayoría de
los ejércitos occidentales, muchas
veces la misma dinámica operativa
conduce a escenarios radicalmente
contrarios a esta.
Sobre el asunto, el comandante de
ISAF TG McChrystal, en su directiva
táctica de fecha 2 de julio de 2009,
alertaba sobre la nula rentabilidad
de una victoria táctica a costa de una
derrota estratégica, «causando bajas
civiles o excesivo daño y, de este
modo, indisponiéndonos con la población
». La publicación doctrinal
Empleo de las fuerzas terrestres ya
nos alerta sobre «la capacidad de los
potenciales adversarios para realizar
acciones de propaganda» en la «lucha
por las percepciones»3. En este
caso, la insurgencia talibana lideró dicha
propaganda a nivel local, regional
e internacional, con muy poco contrapeso
por parte del Gobierno afgano
y la propia comunidad internacional.
LA DIFICULTAD DE
LAS OPERACIONES DE
ESTABILIZACIÓN Y APOYO A
LA PAZ
El entorno operativo de las operaciones
en Afganistán ha estado marcado
desde sus inicios por su gran complejidad
debido a la diversidad de actores
implicados en la resolución del
conflicto. A ello habría que sumar las
intermitentes dosis de conflictividad,
representadas por las acciones de las
fuerzas de la insurgencia talibana, junto
con las acciones terroristas llevadas
a cabo por las células terroristas de Al
Qaeda que operaban en su seno.
El objetivo final de la operación de estabilización
en Afganistán buscaba la
reducción de la violencia, representada
por la insurgencia talibana, de forma
que permitiese al Gobierno afgano,
legítimamente establecido, ejercer
sus funciones apoyado en una eficaz
estructura de seguridad nacional.
La inesperada caída del régimen talibán
a finales del 2001 por la acción de
las fuerzas de las tribus de la Alianza
del Norte, junto con el apoyo aéreo y
las fuerzas especiales estadounidenses,
abría un rayo de esperanza en
gran parte de la población afgana, sometida
a un régimen teocrático fundamentalista
que, en cinco años, había
llevado el país al nivel de Estado
fallido. Con los Acuerdos de Bonn de