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VIVIDO Y CONTADO
mandar al submarino Tramontana (S-74) como titular y al Marsopa (S-63)
como reserva. Y así, en el mes de octubre del 2004, los dos se encontraban en
Tenerife con la esperanza de ejecutar de manera correcta un lanzamiento de
torpedo real. Aquí viene la narración de cómo se ejecutó.
Ejecución
El submarino Tramontana salió días antes, ya que tenía orden de realizar
previamente una patrulla, embarcando el torpedo de combate número 39.549.
Previamente se discutió sobre dónde colocarlo, si en una estiba o directamente
en uno de los tubos lanzatorpedos (TLT). Finalmente se introdujo, con más
cariño del habitual, en el tubo lanzatorpedos número 4. Era la mejor decisión
posible, pues si por cualquier razón hubiera ocurrido algún problema con la
pila del torpedo o algo inesperado, era mucho más fácil lanzarlo de manera
inerte y rápida, ahorrándose mucho tiempo, lo que suponía una mayor seguri-dad
para el submarino. Así que el Tramontana realizó una patrulla de casi
veinte días con un torpedo de combate en uno de los tubos listo para lanzar.
Ya en la mar, todos los días se comprobaba el estado de las armas y se
verificaba que no había ningún problema con los torpedos embarcados del
cargo de paz (temperatura, estado de la pila del torpedo, etc.). Esta vez tenía-mos
uno más. Tras esa verificación, el personal torpedista daba la novedad al
oficial de guardia y al jefe de Armas. El cabo primero Roque se acercaba
siempre de manera sigilosa y me decía al oído: «Sin novedad, jefe. Todo
correcto». A veces, si las circunstancias lo permitían, gastaba alguna broma
diciendo «Pila cebada sin novedad», y seguía como si nada con su guardia
esperando alguna reacción de mi persona, lo que provocaba algún cambio de
gesto y finalmente alguna sonrisa de complicidad. La verdad es que la patru-lla,
a pesar de no ser del tiempo habitual, se hizo bastante larga porque todos
ansiábamos, sin lugar a dudas, el comienzo del SINKEX.
Tras una parada técnica en Tenerife, con la visita de nuestras mujeres, nos
hicimos de nuevo a la mar para posicionarnos en la zona del ejercicio. La
suerte estaba echada y nos encontrábamos con cierta ansiedad y nerviosismo.
La sirena de zafarrancho de combate sonó y nos dirigimos a nuestros puestos.
El Tramontana se encontraba en cota periscópica. La cámara de mando estaba
llena de gente, como era habitual, y todos estábamos pendientes de la voz del
comandante, única persona con un ojo puesto en el exterior a través del peris-copio
de ataque.
Arrancamos la DLT y, tras introducir los parámetros del torpedo de comba-te,
empezamos a calcular los datos del «blanco». Es necesario mencionar en
este punto que la DLT genera un blanco ficticio al que el torpedo se dirigirá.
Cuanto más reales sean esos datos, más fácil será para el torpedo alcanzar su
posición. Al ser estos proporcionados por el periscopio, es decir, por el ojo
370 Marzo