VIVIDO Y CONTADO
La siguiente voz fue «Atención al lanzamiento». En ese momento, arrancó
la «giro» del torpedo, se equilibraron presiones del tubo con el exterior y se
abrió la puerta. Todo sucedió sin novedad y ya estábamos listos para lanzar.
El comandante, tras recibir la lectura de todos los parámetros, ordenó
«¡Fuego!», y el jefe de Armas pulsó el botón correspondiente y tras el brutal
estruendo del atacador golpeando al torpedo dijo: «Torpedo salió, filoguía en
curso». El tiempo de carrera hacia el blanco era de unos seis minutos, durante
los cuales el jefe de Armas, apoyado por su operador, debía dirigir el torpedo
hacia el blanco, preparar el reataque del mismo por si pasaba por debajo del
blanco sin actuar la espoleta y estar siempre listo para cogerlo en manual por
si tenía que pararlo en caso de realizar algún movimiento extraño. Cuando el
torpedo comenzó a tener percepciones del blanco en su sonar, más o menos a
unos mil metros del objetivo, el jefe de Armas lo pasó a modo autoguía para
que se dirigiese solo hacia el ex-Ferrol. A partir de ese momento, se iban
cantando las distancias torpedo-blanco de 100 en 100 metros, hasta que de
pronto apareció en la DLT «fallo de hilo». Pensábamos todos en lo peor;
fueron unos segundos larguísimos hasta que el sonarista empezó a gritar:
«Una explosión, una explosión». El torpedo había hecho blanco.
A continuación, subimos a cota periscópica y, para nuestra sorpresa, no
quedaba absolutamente nada del ex-Ferrol, ¡se había hundido! Pudimos ver
un vídeo y fotos después. Lo habíamos partido en dos. Fue espectacular. La
sensación que reinó en los momentos posteriores fue de júbilo, de alegría, de
Ex-Ferrol partido en dos momentos antes de su hundimiento.
(Fotografía facilitada por el autor)
372 Marzo