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deja de ser un pastiche donde la trama y la
música épica (buena, pero horrorosamente
ubicada), quieren recordar a producciones
sesenteras del estilo Doce del patíbulo, para
acabar siendo un remedo de Malditos bastar-dos,
pero sin la gracia, diálogos y descripción
de caracteres del rey de los pastiches: Quen-tin
Tarantino.
Segundo, porque el largometraje se apoya
en hechos reales —eso dicen los créditos—
tan falsos como una moneda de tres euros. Es
verdad que en la Segunda Guerra Mundial se
dieron algunos casos en los que se especuló
con la posibilidad de un cargamento de
uranio transportado desde un submarino, pero
siempre fue con destino a un país del eje, no a
uno aliado, y no al principio de la guerra
como asegura la película, sino, más bien, al
final (1). Y, desde luego, no con escenas tan
increíbles como las del héroe dispa-rando
el montaje mientras se sumer-ge
o bucea, a pelo, a más de 150
metros de profundidad sin inmutarse.
Sin contar con el adiestramiento de
tres semanas que, al final se quedan
en dos, sin ningún tipo de prácticas,
para una dotación que no ha visto un
submarino en su vida.
Para contrarrestar tanto disparate,
hay que reconocer en el escaso haber
de la película lo bien rodadas de
algunas escenas en el interior del
submarino. El director, seguro que
teniendo en mente el paradigmático
El submarino (Das Boot, Wolfgang
Petersen, 1981), recurre a los planos
secuencia para recrear el entorno
claustrofóbico gracias al movimiento
de una cámara que, igual que los
desesperados personajes, tampoco
encuentra la salida.
Buenas intenciones de realizador
novel, como los guiños al tema de la
cinta al inicio de esta o en los flash-backs
que inserta el director —tortu-ras
en bañeras o abrevaderos a base
de ahogamientos—, insuficientes
para levantar una película de risible desenlace
crítico, que no casa con un filme de acción y
aventuras como este. Largometraje que, final-mente,
se queda en un entretenimiento banal
para ver un sábado por la tarde; siempre,
claro, que no se tenga otra cosa mejor que
hacer.
Fernando DE CEA VELASCO
CINE CON LA MAR DE FONDO
(retirado)
(1) En abril de 1945 el U-234 alemán partió
de Noruega con rumbo a Japón, con un cargamento
de media tonelada de óxido de uranio. En mayo,
antes de llegar a Japón, se rindió a los aliados cuan-do
se enteró de la derrota nazi. En abril de 1944,
partió de Singapur el I-52, un submarino japonés
con un cargamento de oro y, se sospecha, que
también llevaba uranio, con destino al puerto de
Lorient, en la Francia ocupada por los nazis.
Tampoco llegó a su destino al ser hundido por los
aliados en el Atlántico.
386 Marzo