![](./pubData/source/images/pages/page171.jpg)
un museo dedicado a ellas, o incluso socieda-des
que conmemoran su recuerdo.
25.330.—Naumaquia
Como sabemos la nau-maquia
es el espectáculo
consistente en la repro-ducción
de un combate naval que iniciaron
los antiguos romanos, en un estanque o mar
artificial y, en ocasiones, un anfiteatro. Una
de las más destacadas fue organizada por
Julio César (100-44 a. de C.), dos años antes
de su muerte, para conmemorar sus victorias
y en la que participaron 10.000 hombres. Por
su parte, el emperador Augusto (63 a. de C.
14 d. de C.) fue el primero que mandó exca-var
en Roma (2 a. de C.), un lugar a propósito
para celebrarla. Otra naumaquia famosa fue
la organizada por Trajano (53-117) en Ostia
el año 109.
En España también las hubo. Una de las
más antiguas se celebró en Sevilla en honor
de la marquesa de Denia, en 1599.
Sevillano, F., en la p. 447 de su obra titu-lada
Mercaderes y navegantes mallorquines,
reproduce el grabado de una naumaquia orga-nizada
en Valencia en 1755. Lamentablemen-te,
uno no tiene más noticias sobre ella.
En Barcelona hubo una, calificada de
mascarada, que se hizo en honor de la llegada
de Carlos III (1759-1788), donde desembarcó
para hacerse cargo de su nuevo reino el 17 de
octubre del primer año antes citado, teniendo
lugar en uno de los dos días siguientes, según
recuerda un grabado contemporáneo.
Otra tuvo lugar durante la visita de la
reina Isabel II (1833-1860) a Ferrol, del 3 al 6
de septiembre de 1858, figurando en el
programa, entre otros actos, su asistencia
«…a grandes simulacros navales en que
tomarán parte numerosos buques de guerra
que están ya terminados con este objeto…».
(Dº de Barña., 23.8.1858, p. 7.539).
Posteriormente, entre los actos que pensa-ban
celebrarse en la ciudad condal durante la
próxima visita de Isabel II a Barcelona el 23
de septiembre de 1860, figura una nauma-quia,
aunque, según recuerda la prensa, «…se
ha desechado la idea del simulacro de un
combate naval que, no pudiendo revestirse de
grandes proporciones y figurando en ella un
buen número de buques de gran porte, más
que un espectáculo digno, sería una ridícula
parodia». (Dº de Barña., 10.8.1860, T, p.
7.459),
Y para finalizar, cabe destacar el cartel de
las regatas a remo, vela y torneo marítimo
organizados en el puerto de Barcelona con
motivo de la Exposición Universal de 1888.
(Almerich, L.: «Barcelona y el mar», p. 93).
25.331.—Nave hospital
Las primeras naves de
esta clase se utilizaron
en la intervención de
Prusia en Holanda, que culminó con la
restauración del estatúder (1751-1795) en
1788, quien se había visto obligado a abando-nar
su puesto por efecto de la rebelión de los
seguidores del Partido Patriota, contrarios al
poder de la oligarquía dirigente y seguidores
de la Ilustración francesa. (Riv. Marittima,
1885 n.º 2, p. 95).
En España hubo, en ocasión de la guerra
contra Marruecos (1859-1860), cuatro vapo-res
a hélice, fletados con tal objeto, nombra-dos
Barcelona, Torino, Cataluña y Ville de
Lyon. (Riv. Marittima, 1885 n.º 2, pp. 253 y
473). El conflicto terminó con el Tratado de
Wad-Ras, firmado el 26 de abril de 1860 que,
declarando a España como vencedora, impu-so
a Marruecos la cesión a perpetuidad de los
territorios de Ceuta y Melilla, la soberanía de
las islas Chafarinas, así como otras cosas,
entre las cuales figuraba una fuerte indemni-zación
económica. Como curiosidad, los
leones que se encuentran en la entrada del
Congreso de los Diputados en Madrid, se
hicieron con el metal de los cañones captura-dos
durante esa campaña.
Laureano CARBONELL RELAT
Doctor en Historia Medieval
MISCELÁNEAS
390 Marzo