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CARTA DEL DIRECTOR
Queridos y respetados lectores,
L pasado 24 de febrero, la Federación de Rusia invadió
Ucrania, un acontecimiento de enorme impacto geopolítico
y estratégico que ha sacudido los cimientos de la arquitectu-ra
de seguridad en el continente europeo. Sin duda, esta
gravísima e injustificable violación del derecho internacio-nal
por parte rusa, con el apoyo de Bielorrusia, tendrá serias
consecuencias políticas, sociales y económicas a escala
global. Desgraciadamente, la trágica pérdida de vidas huma-nas,
el sufrimiento ocasionado a la población civil de Ucra-nia
y la enorme destrucción causada por la invasión rusa,
han devuelto a Europa las tenebrosas imágenes de los
devastadores escenarios bélicos acaecidos en el siglo XX.
En su primera intervención pública desde que Rusia
iniciara la invasión, S. M. el Rey la condenó como una
«agresión inaceptable a una nación soberana e independiente, miembro de la ONU y particu-larmente
amiga de la UE y de España» y señaló que el ataque ruso supone «una amenaza
sobre Europa y el orden mundial». Por su parte, el presidente del Gobierno calificó a Vladi-mir
Putin de «sátrapa» y aseguró que «las sanciones durarán hasta que regrese a sus fronte-ras
y abandone toda Ucrania», conminando a la UE a «reducir sus vulnerabilidades en el
ámbito militar, la defensa común y la autonomía energética».
El pasado 25 de febrero, tuvo lugar una cumbre virtual extraordinaria del Consejo
Atlántico a nivel de jefes de Estado y de Gobierno. Del comunicado final de la reunión
destacamos que lo sucedido supone «la más grave amenaza a la seguridad euroatlántica en
décadas», alertando de que «la decisión del presidente Putin de atacar Ucrania es un enor-me
error estratégico por el que Rusia pagará económica y políticamente durante años» y
asegurando que los aliados «continuarán proporcionando apoyo político y material a Ucra-nia
» reafirmando el inamovible «apoyo a la independencia, soberanía e integridad territo-rial
de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas». Los jefes de
Estado y de Gobierno aliados tras mantener diferentes consultas, tal y como establece el
artículo IV del Tratado de Washington, señalan en su comunicado que ante las acciones
rusas «extraerán las necesarias consecuencias en relación a la posición de la Alianza respec-to
a la disuasión y la defensa». Para garantizar la seguridad de todos los aliados, el Consejo
Atlántico declara que «se están llevando a cabo despliegues defensivos, adicionales y signi-ficativos
de fuerzas terrestres y aéreas en el flanco oriental de la Alianza y de medios navales
en toda el área OTAN», medidas que se consideran «preventivas, proporcionadas y no esca-latorias
».
Numerosos Estados, incluyendo casos tan llamativos como el de la históricamente
neutral Suiza, han establecido diferentes sanciones como respuesta a la inadmisible inva-sión
rusa de Ucrania. Entre las numerosas medidas implantadas por la UE, sobresale el
anuncio por parte de la presidenta Ursula von der Leyen sobre el acuerdo para excluir a
determinados bancos rusos del sistema de mensajería denominado SWIFT, manteniendo
a las entidades bancarias relacionadas con la gestión financiera de las exportaciones rusas
de productos energéticos.
La invasión de Ucrania también parece haber servido para reforzar el proyecto político
y estratégico de la UE. En un Pleno Extraordinario del Parlamento Europeo, celebrado el
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