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TEMAS PROFESIONALES
instrumento de una nueva diplomacia cultural (Guerrero y Jaramillo, 2013:
79-80) que permitiría, eventualmente, mejorar su posición y su percepción en
el mundo musulmán. Quizá no se podía elegir; al fin y al cabo, son los años
en los que se produce el fenómeno descrito por algunos expertos como la
«revancha de Dios» (Kepel, 1994: 2): la laicización encontró sus propios
límites en diversas latitudes y Turquía tuvo su propia onda expansiva.
Sin embargo, el neo-otomanismo, tal como era concebido por su principal
promotor, era una doctrina muy matizada. El prefijo tiene su importancia para
evitar errores pasados. En esta nueva versión lo que se defiende es un «impe-rio
sin imperialismo», así como un islam «flexible, abierto a otras influencias»
(Özal, 1991: 290).
A nivel interno, eso implicaba abandonar lo que algunos han definido
como el «jacobinismo» de Ankara, caracterizado por el centralismo y por
fomentar artificialmente una secularización forzada, exagerada y antitradicio-nal
(Yavuz, 2016: 454). De esta manera, paradójicamente, el neo-otomanis-mo
brinda la posibilidad alternativa de establecer unas mejores relaciones
con los kurdos y con otros pueblos de Turquía (señaladamente, los zazas o
los alevíes de Anatolia, de origen iranio) que no guardan un grato recuerdo
de la etapa anterior.
Mientras que a nivel externo el neo-otomanismo abriría la posibilidad de
que Turquía dejara sentir su peso allende sus fronteras. No tanto mediante
ofensivas militares como a través de una mayor influencia cultural en zonas
que Özal ya definía de interés preferente, como los Balcanes, Oriente Medio,
el Cáucaso y Asia Central. Aunque el neo-otomanismo también tuvo en su
punto de mira el fomento de las exportaciones turcas en esos mercados, sobre
todo de textil, electrodomésticos y vehículos a motor, que son los productos
estrella de su creciente industria.
El Stratejik Derinlik
Ahmet Davutoğlu, por aquel entonces ministro de Asuntos Exteriores turco,
popularizó a partir de 2003 la teoría de la Profundidad Estratégica turca. Su
elaboración coincide con la llegada al poder por vez primera del partido de
Erdoğan (AKP), con lo cual podría ser considerada como la estrategia por anto-nomasia
del nuevo régimen poskemalista (Bagci y Doganlar, 2009: 100-101).
Se basa en criterios de geopolítica clásica, a caballo entre las tesis de
Mackinder y Spykman. Turquía es presentada como encrucijada entre conti-nentes
(Europa, Asia y… África) y culturas. Eso tiene sus implicaciones, pero
ninguna pasa por eludir responsabilidades. En realidad, Davutoğlu no duda en
recalcar que los Estados Unidos o la OTAN no pueden prescindir de Turquía,
dada su ubicación en el mapa. Pero, al mismo tiempo, señala que Ankara debe
sacar partido de eso (nada, pues, de posturas serviles) y que se abren nuevas
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