Avión F-35B en estacionario. (Foto: Luis Díaz-Bedia Astor)
Para los Estados Unidos constituyen un factor de ventaja sobre la RPC, por
lo que seguirán siendo la espina dorsal de su poder marítimo y un instrumento
privilegiado de su política exterior, por su capacidad de disuasión y por la
flexibilidad que ofrecen para la gestión de crisis y para la respuesta militar
ante cualquier amenaza a sus aliados.
La RPC incrementará su número, con objeto de lograr el control del mar
en el interior de la primera cadena de islas, ejercer presión sobre Taiwán,
oponerse a los Estados Unidos, debilitar a sus aliados y proyectar el poder
marítimo cada vez a mayor distancia.
La India, Japón y la República de Corea los consideran necesarios para
contrarrestar la agresiva política marítima china, mientras que para Francia y
el Reino Unido son fundamentales para la defensa de sus intereses. Su pose-sión
por los principales aliados de los Estados Unidos en la región incrementa
la capacidad de actuación coordinada y la eficacia de las alianzas defensivas.
Un factor facilitador ha sido el desarrollo del F-35B, al poder operar a
bordo de buques más ligeros, baratos y fáciles de construir que los grandes
portaviones. Dado que lo tendrán en servicio cuatro de las naciones menciona-das,
permitirá mejorar la interoperabilidad, que avanza hacia la «intercambia-bilidad
»: que aviones de una nación puedan operar a bordo de buques de otra.
Por ello, sin duda, este avión tendrá un papel muy destacado en el escenario
geoestratégico del Indo-Pacífico durante las próximas décadas.
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