450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
con dinero. Para muchos historiadores se inicia la decadencia del Imperio
otomano, aunque habrá que esperar para otros a 1648 con la llegada de la
dinastía de los albaneses Krupulu para hablar de su declive.
En el aspecto militar, el Imperio otomano disponía de su temibles jenízaros
(hijos de familias cristianas, que «aportaban» uno de cada cinco varones al
sultán), una magnífica caballería y una flota invencible en el Mediterráneo...
hasta Lepanto. La artillería era de primer orden, aunque adiestrada y con
doctrina de mercenarios europeos. El empleo de las galeazas de la Liga Santa,
verdaderas baterías flotantes, superaría en Lepanto a los turcos.
La sociedad otomana era esencialmente militar y territorial, en menor
medida religiosa (las bebidas alcohólicas eran permitidas en gran parte del
imperio, por ejemplo), y cometía atrocidades que eran el terror de los cristia-nos,
esencialmente en los ámbitos civil y religioso, pero dependiente de la
voluntad de cada aliado de proporcionar galeras y hombres para ocasiones
como la de Lepanto. Cristianos y otomanos compartían una amplia burguesía
y grandes comerciantes, principalmente egipcios y griegos en el lado turco.
La historiografía anglosajona y europea, en su afán de denostar y menos-preciar
todo lo que fue el dominio español de los mares durante casi trescien-tos
años, ha dedicado al combate naval de Lepanto obras y enseñanzas bajo
una mirada en muchos casos anticatólica, en otros de odio e incomprensión
hacía la figura de Felipe II, a lo que se suma la trágica operación de la Gran
Armada, olvidando otras decenas de hechos victoriosos de las armadas del
rey. Como colofón de una historia poco agraciada, el apresamiento posterior
del infante de Marina herido en Lepanto Miguel de Cervantes Saavedra y su
cautiverio han dejado la sensa-ción
de una batalla que no
sirvió para nada, algo así
como ocurrió en Jutlandia, y
que seguramente, ya inmersos
en el 450 aniversario, vuelva a
desbordar ríos de tinta. Desde
luego mi postura será la
opuesta, Lepanto cambió —y
¡vaya que si cambió!— la
trayectoria de la lucha contra
la Media Luna en el Medite-rráneo.
Nada volverá a ser
igual para los turcos desde
entonces.
Una vieja dicotomía pervi-ve
durante 500 años: cómo
decidir si es mejor disponer de
plazas con puerto e islas en
Medalla dedicada al emperador Carlos V por la ciudad
de Nuremberg, 1521. (Museo Naval de Madrid)
198 Agosto-septiembre