450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
maderos longitudinales para
apoyo de los remos, con lo
que la manga aumentaba un
metro o algo más por banda,
pasando a tener unos ocho
metros.
A vela, su máxima veloci-dad
no llegaba a ocho nudos.
A remo, con la dotación de
remeros completa, adiestrada
y con buen tiempo, podía
rozar los seis nudos durante 30
minutos y cuatro nudos duran-te
más tiempo, mientras que
Modelo de la sección por la cuaderna maestra de una
galera. (Museo Naval de Madrid)
con solo un tercio de remeros
no pasaba de tres nudos. En ciaboga podía girar prácticamente en un punto.
Por su escasa capacidad de transporte de víveres y agua, su autonomía era de
una semana como mucho, y por su fragilidad y dificultad de manejo con vien-tos
y mares duros, solía operar desde mediados de marzo a mediados de octu-bre
y el resto del tiempo invernaba.
En cuanto a su distribución interna, la galera tenía tres secciones: proa,
centro y popa. La proa comenzaba en el espolón, que era una prolongación del
tajamar hacia delante, sobre el agua, de unos seis metros de longitud. Servía
para embestir a una galera contraria, romperle los remos y la obra muerta,
tratar de hundirla o usarlo como pasarela durante el abordaje. También se
utilizaba para la maniobra de la vela trinquete, a modo de bauprés.
A popa del espolón estaba la tamboreta o triángulo de cubierta, limitado
por la roda y una fuerte estructura llamada corulla, que era un recinto de unos
tres metros de eslora y la manga total de la galera, incluidos los pasillos, que
protegía los cañones de la artillería principal y era el lugar de estiba de los
cables de fondeo de los rezones o anclas de cuatro uñas. Encima de la corulla
estaba la arrumbada, que era una plataforma en la que, en combate, se organi-zaba
un bastión con candeleros de 1,3 metros de alto aproximadamente, en los
que se ponían escudos defensivos de madera o pavesas, reforzados con
jarcias, colchonetas y otros materiales (en principio, solo las galeras españolas
tenían corulla y arrumbada, pero a lo largo del siglo fueron adoptadas por las
venecianas y turcas).
Hacia popa, el centro tenía la cubierta de boga, con la cámara de boga o
talar, en la que había bancos transversales, de la crujía a las bandas, para uso
de los remeros que manejaban la palamenta. A popa de los bancos, los reme-ros
tenían las banquetas para ponerse de pie, y las peañas para apoyar los pies
y hacer más fuerza. De proa a popa, la cámara de boga era recorrida por las
cuerdas o refuerzos longitudinales, que formaban mamparos verticales. El
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