450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
insertados en este número de la REVISTA se detallan sus pormenores bajo
varios puntos de vista. Solo mencionar que a bordo de la galera Marquesa iba
el soldado Miguel de Cervantes, de 24 años, los mismos años que Juan de
Austria. Al fragor de la batalla, el joven soldado resultó inútil de la mano
izquierda. En el prólogo a las Novelas ejemplares, Cervantes escribió: «Perdió
en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida
que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más
memorable ocasión que vieron los siglos pasados, ni esperan ver los venide-ros,
militando debajo de las banderas vencedoras del hijo del rayo de la
guerra, Carlos Quinto, de feliz memoria».
Tras la victoria de Lepanto el Mediterráneo permaneció a merced de los
corsarios
Tras Lepanto, las grandes batallas de galeras prácticamente desaparecie-ron.
Además, la apertura de nuevos frentes —en el Atlántico Norte para Espa-ña
y en Persia para la Sublime Puerta— acabó por absorber todos los recursos
disponibles.
Después de la victoria, al estar la estación muy avanzada, se dio por termi-nada
la campaña de aquel año. En 1572 murió Pío V, alma y motor de la Liga,
y aunque se temió que su sucesor Gregorio XIII no continuaría, se formó
nuevamente una gran armada que, bajo el mando de Colonna y Cardona,
mantuvo varias escaramuzas con la flota de Uluj en el cabo Matapán. Se les
unieron las galeras de Juan de Austria, consiguiendo bloquear a la armada
otomana refugiada en los puertos de Modón y Navarino. No se llegó al
enfrentamiento y, como el invierno ya estaba cerca, Juan de Austria ordenó el
regreso a sus bases. Por su parte, Venecia abandonó la Liga y firmó la paz con
el sultán.
Pareció que la victoria de Lepanto había sido inútil, pero no fue así. Los
turcos habían perdido su fama de invencibles y su expansión marítima quedó
frenada. En 1578, la Sublime Puerta aceptó una tregua con España y la paz
acabó por establecerse entre ambos imperios. Los corsarios berberiscos
perdieron el apoyo de Constantinopla, se espaciaron sus ataques a las costas
mediterráneas de España, y se inició un despegue comercial en estas tierras.
El Imperio otomano perdió su potencia naval, y su sueño de cerrar el Adriáti-co,
someter Venecia, ocupar Malta, Sicilia y Cerdeña e incluso provocar un
levantamiento generalizado de los moriscos españoles se esfumó.
Se produjo entonces el gran cambio estratégico de la política española. El
Atlántico, tanto por América como por el problema en Flandes, pasó al primer
plano en detrimento del Mediterráneo. Simultáneamente, lo mismo le ocurrió
al Imperio turco, al aplicar el esfuerzo a la India y Persia, que venían a ser el
Flandes de los otomanos, cementerio de hombres y dinero.
250 Agosto-septiembre