450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
La incorporación de Saboya a la coalición tuvo mucho que ver por su
ubicación geográfica y estratégica, que resultaba de notable importancia mili-tar,
especialmente durante las guerras entre España y Francia sobre el control
del norte de Italia. Manuel Filiberto era el duque de Saboya desde 1553, si
bien por aquel entonces la mayoría de sus tierras estaban administradas por
los franceses. No obstante, se situó al servicio de los Austrias con el propósito
de recobrarlas y a él se le debe, como comandante del ejército imperial, la
victoria de San Quintín (1557) contra los galos. No tenía duda alguna de
la alianza con España y rubricar la Santa Liga en su lucha contra el Turco.
La Monarquía Hispánica, con Felipe II al frente, tenía poderosas razones
para enfrentarse a los otomanos y unirse también a la gran coalición. Ya no
solo por lograr un éxito que su padre no había alcanzado en su política frente
al Imperio otomano, sino también por mantener las posesiones en el Norte de
África que Fernando el Católico había logrado conquistar. Cuando Carlos V
abdicó, concurrían unas zonas de tirantez dentro y fuera de la Península de
diferente grado y naturaleza, a la vez que una tensión e inquietudes religiosas
como resultado del avance de la reforma luterana que acabarían convirtiendo
a la Monarquía Hispánica en el defensor más sólido de la catolicidad y a Feli-pe
II en su mejor sostenedor.
En la década 1560-1570 tuvieron lugar los principales problemas que el
soberano hubo de afrontar de manera casi simultánea en sus años de reinado.
Por lo que se refiere al Mediterráneo, ese escenario había entrado en los años
50 del siglo XVI en una dinámica más activa en el que el enfrentamiento entre
Madrid y Estambul fue más directo. Mientras el monarca español luchaba
contra Francia y el papado, se producía al mismo tiempo una ofensiva turca en
1553 y en 1554 atacando las islas de Elba y Córcega. Un año más tarde, con la
Armada francesa, el almirante otomano Pialí Pachá, asaltó diversos baluartes
españoles, algunos en Menorca y, en 1558, los españoles no fueron capaces de
tomar Tremecén. A este fracaso siguió el descalabro de la expedición del
duque de Medinaceli, virrey de Sicilia, al objeto de acosar a los corsarios
berberiscos y tratar de recuperar Trípoli, perdida cuatro años antes. Pese a que
las derivaciones de la bancarrota de 1557 se dejaron ver, Felipe II, con la
alianza de Génova, Roma y Malta y el impulso pontificio, la armada aliada se
reunió en Mesina zarpando con destino a la isla de Djerba (Yerba o llamada
también Los Gelves), que se tomó con relativa destreza, si bien la respuesta
del sultán turco fue contundente y destruyó los barcos cristianos. En los tiem-pos
sucesivos los otomanos amenazaron las costas levantinas españolas,
además de Orán y Mazalquivir. En 1562 se produjo un desastre en las costas
granadinas al ser destruida una Armada en la Herradura por una tormenta. Dos
años después se conquistó el peñón de Vélez de la Gomera y fueron los
momentos en los que el Concilio de Trento cerró sus sesiones empezando a
difundir sus acuerdos. En 1565, se obtuvo una gran victoria liberando Malta
del asedio turco y tres años después, en 1568, comenzó la sublevación de los
2021 269