450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
co Cardini, matiza en la presentación de la obra: «Barbero no rinde tributo al
habitual triunfalismo de la victoria de Occidente contra el Islam ni se apunta
al equívoco del choque de civilizaciones, sino que se atiene, con rigor y serie-dad,
a las verdaderas fuerzas en juego: el Imperio otomano, la España de los
Austrias y la República de Venecia en su lucha por la hegemonía en el Medi-terráneo
».
Así nos la mostraron en escena
La estela de Lepanto también nos ha llegado por medio del teatro y, poste-riormente,
del cine. En la escena resaltó la figura de Lope de Vega, con su
tragicomedia La Santa Liga, obra que, para quien quiera apreciar la historia,
tiene una trama que puede parecer en principio fuera de lugar, ya que la bata-lla
no se hace presente hasta el tercer acto, como el final de un drama enmar-cado
dentro del harén del sultán turco. En la obra, Lope identifica a Venus con
Rosa Sulimana y a Marte con su amante el sultán Selim que, con sus amoríos,
desatiende sus obligaciones como gobernante; y al contrario Juan de Austria y
los suyos estarían impulsados por la «Venus Caelestis» a la que implora antes
de la batalla: posturas que influyen en la trama y desenlace de la obra, en
cuyos últimos versos, en los que intervienen varios personajes cantando el
triunfo, se refiere a ella también como «la batalla naval»:
«ALONSILLO
…¡Muera el perro Solimán!
¡Vivan Felipe y don Juan!
¡Viva Felipe famoso
y el gran don Juan glorioso,
que por venir victorioso,
la palma y laurel le dan!
¡Muera el perro Solimán!...
CRUZ
…Ese estandarte real
levantad, gran general,
y arrastrad el de Selín,
que con esto damos fin
a La batalla naval.»
La obra fue un acierto, pues Lope condensó en la misma la épica de la
época y el romancero popular, para conmemorar lo que su gran rival había
bautizado como «la más grande ocasión que vieron los siglos». En la dramati-zación
de la batalla de Lepanto contaba con el precedente de Miguel de
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