450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
«Estando anoche para venirme a embarcar, me envió el Sr. D. Juan a decir
con el secretario Juan de Soto que me avisara de que yo no había de comer
con él en galera como lo había hecho ahora tres años cuando su Excelencia
navegó y que yo hiciese meter en La Real los criados y servicio que quisiese
para que me acercaran mi comida aparte, pues no era justo que comiese en su
estado (léase presencia) pareciéndome la mayor novedad del mundo, y le
respondí que su Excelencia se acordase de que V. M. había mandado cuando
fue servido que yo le sirviese en la mar, que comiese con su Excelencia pues en
galera no había aparejo para dos cocinas y dos servicios y que siendo esto así no
podía comer sino con él... y que así se había ejecutado tres meses que su Exce-lencia
navegó el año de 68... y que era justo decirme esto en Madrid para que yo
me quejara con licencia de V. M... pero que suplicaría a Su Excelencia conside-rase
que esta novedad haría en Italia demasiado ruido y poco conveniente al
Servicio de Su Majestad, y que si yo pudiera excusarle con obedecer lo que se
me manda, lo hiciera, pero que muy mayor ruido sería verme descompuesto en
la Galera Real y que yo lo sufriese de que quedaría tan sin reputación que
vendría a ser mayor inconveniente para el servicio de V. M. Fue Soto con esta
respuesta y díjome que... su Excelencia resolvió en parecerle que no me había
sin razón y... que no consentiría que yo dejase de navegar en la Real porque era
conforme a la institución de V. M., a lo cual respondí que era en la institución a
mí a dos capítulos. El primero en que manda a V. M. que se guardasen las
instrucciones pasadas en cuanto no fuesen contrarias a estas, y otro en que así
mismo mandaba V. M. que yo navegase en la Real, de la misma forma y manera
que hasta aquí lo había hecho y que mandándome está, yo no estaba obligado a
navegar allí, y que no comería bocado en la galera Real si no fuese en la mesa
de su Excelencia y que si lo había hecho desde Barcelona hasta Génova era por
venir allí los serenísimos príncipes de Bohemia con quien se había tener dife-rente
consideración y que el no consentirme navegar en otra parte, lo podía su
Excelencia hacer mandándome cortar la cabeza o echarme en cadena y no de
otra manera porque los príncipes eran señores de las vidas y haciendas de los
hombres como yo, pero no de sus honras y así me pase a comer a mi galera y
desde allí me pasaré V. M. Concediere al Real y procuraré servir esta jorna-da...
».
Es de suponer que Juan de Austria tomó la determinación de que no le
acompañara más a la mesa en la convicción de que solo debía compartir
mantel con sus iguales, como así lo había demostrado durante el tránsito
hacia Génova con los príncipes de Bohemia, entendiendo la ausencia volun-taria
de Requesens (deferencia a aquellas altas dignidades) como un hecho
consumado.
Felipe II contestó a la queja de Requesens con una misiva en la que intentó
poner «paños calientes» a su ofendido subordinado, expresándose en los
siguientes términos:
306 Agosto-septiembre