450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
ejecutaron terribles venganzas contra los cristianos viejos, restaurando la reli-gión
musulmana en las zonas que dominaban.
Entre marzo de 1569 y enero de 1570, la iniciativa correspondió a los
moriscos insurgentes, que contaron con nuevos apoyos de las aldeas del llano
y de otros lugares que se sumaron a la rebelión, y el que recibieron, a través
de Argelia, de la Sublime Puerta para debilitar al monarca español fue enor-me.
Los 4.000 combatientes de 1569 pasaron a ser 25.000 en 1570. Las arma-das
de Requesens y Gil de Andrade transportaron tropas para proteger la costa
granadina y así evitar la llegada de refuerzos otomanos.
En enero de 1570, Felipe II destituyó al marqués de Mondéjar como capi-tán
general de Granada, nombrando en su lugar a Juan de Austria, a cuyas
órdenes puso tropas regulares italianas y levantinas. Este comenzó por aplas-tar
Galera tras asediarla durante dos meses, asaltándola el 10 de febrero de
1570; enseguida tomó Serón, dirigiéndose a continuación al corazón de la
Alpujarra, Padules, donde incorporó las tropas mandadas por el duque de
Sessa —Gonzalo Fernández de Córdoba— y las del mando de Antonio
de Luna y Enríquez de Almansa.
Concentrado el ejército, Juan de Austria entró a sangre y fuego en las
Alpujarras, donde destruyó casi todo, provocando una escisión entre los
moriscos partidarios de continuar la lucha y los defensores de la rendición
negociada. El 20 de septiembre, alcanzados todos los objetivos, comenzó la
expulsión de los moriscos de todo el Reino de Granada (8).
Fracasos y éxitos alpujarreños fueron las lecciones aprendidas por Juan
de Austria en aquel sensible flanco sur, donde se «doctoró» en el difícil arte de
mandar. Por tanto, con él y antes de la inspiración papal que comentaremos, se
practicó lo de «a Dios rogando y con el mazo dando».
El papa, consciente de la amenaza, volvió a llamar a las potencias católicas
para formar la Liga, quizás comprendiendo también que era el momento opor-tuno
para que Felipe II se sumara con fuerza, pues ahora el rey de España esta-ba
convencido de que lo que San Ignacio había predicado y García de Toledo
recomendado era cierto y que, al igual que lo de Flandes era obra del inglés, la
paternidad de la revuelta alpujarreña era fruto de los turcos. Por fin, el acuerdo
para formar la Santa Liga se firmará el 25 de mayo de 1571 en la basílica de
San Pedro de Roma. Los Estados Pontificios, España y Venecia serían sus
columnas de apoyo. La Monarquía Hispánica sufragaría la mitad de los gastos,
Venecia la tercera parte y el papa el resto (hablando en plata: 260.000, 173.333
y 86.667 escudos respectivamente). Los demás Estados italianos aportarían
galeras en la medida de sus posibilidades. El generalísimo de la Liga sería Juan
de Austria y cada nación participante tendrían un capitán general propio.
(8) El 4 de abril de 1609, reinando Felipe III, el Consejo de Estado tomó la decisión de
expulsar a los moriscos del Reino de Valencia.
378 Agosto-septiembre