Jornada de Navarino. Palacio de Viso del Marqués.
(Fotografía facilitada por el Instituto de Historia y Cultura Naval)
200 hombres de refresco a su general, y se desvió para acudir a donde hiciera
falta. No se necesitaba más en aquella crisis». Se repite así, de otra manera y
en pleno combate, el abrazo que el marino y el príncipe se habían dado unas
horas antes. Otra vez brillan en el marqués los valores a los que ya hemos
aludido: honor, valor, disciplina y lealtad. Otra vez su decisión marca la dife-rencia:
muerto Alí Pachá y arriado el estandarte turco de la Sultana, el centro
otomano cede.
En el ala derecha de la formación cristiana, Uluj Alí, quizá el mejor marino
de la armada otomana, burla al genovés Juan Andrea Doria, seguramente el
menos comprometido de los generales de la Santa Liga. El bravo corsario
encuentra el hueco que necesita para el ataque de flanco al centro cristiano.
Sus galeras hacen daño a las de Malta y a las de Juan de Cardona, que trata de
cerrar la brecha. Peligra la victoria, pero don Álvaro no se hace esperar. Mien-tras
otros dudan, él siente ese «deseo de ser empleado en las ocasiones de
mayor riesgo y fatiga» que hoy forma parte explícita de nuestro código
de conducta, recogido en el artículo 19 de las Reales Ordenanzas. La rápida
llegada de su escuadra obliga a Uluj Alí a cortar las amarras de las galeras
cristianas que acaba de capturar y darse a la fuga, perseguido por el incansable
marqués, que se resiste a poner fin a la batalla.
450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
2021 317