450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
continua amenaza de sus fronteras o de poderosas flotas que puedan dar en un
momento decisivo un golpe fatal y final contra el enemigo. La logística,
entonces y hoy, es un factor decisivo. Las efímeras alianzas cambiantes parece
que al final —ayer y hoy— disponen que la mejor opción sea una combina-ción
de ambas —plazas y flotas—, aunque hoy olvidado el colonialismo con
el altísimo coste de sufragar esas posesiones, como les ocurrió a Francia y
Reino Unido, se basa en contar con puertos de naciones aliadas y, en el caso
estadounidense y chino, con poderosas flotas expedicionarias.
Estudiar la génesis y el desenlace de la batalla nos ilumina cuando vemos
la complejidad de las operaciones internacionales contra estados fallidos, pira-tería
o guerras como la de Irak. Uno piensa entonces que no hay nada nuevo
bajo el sol. Los Estados Unidos, si se quiere hacer un ejercicio comparativo
con la España de Felipe II, empeñados ambos en tareas titánicas, no de intento
de hegemonía imperialista sino con profundo convencimiento en un caso reli-gioso,
la Monarquía Hispánica, y por el lado estadounidense otro ideológico
de imposición de un sistema democrático, vemos que una terminó agotada en
el intento, mientras que el otro apenas puede mantener dos frentes abiertos
en el planeta. Quedan para cada lector sus reflexiones e interpretaciones.
Veamos entonces Lepanto con una lectura española de la época, no por ejem-plo
con la holandesa, ya que durante los meses de la campaña paseaban en sus
ropas una media luna, mientras que los protestantes y antifelipistas ingleses cele-braron
la victoria como si en ella les hubiera ido también su futuro. Los alemanes
no pudieron sentir más la victoria. También conviene destacar que Lepanto es
hoy en día territorio griego y se denomina Naupacto; cerrado prácticamente
por islas, es un fondeadero complicado de entrada y salida y donde en el siglo
XVI había que hacer cualesquiera de las maniobras bogando y con dificultad a
vela.
Los antecedentes de Lepanto
En 1555, Felipe II hereda por abdicación Flandes, pesadilla de la historia
de España a lo largo de 150 años. Un año después recibe el resto de los reinos
y territorios que conformaban la Monarquía Hispánica.
En el ámbito militar, las victorias españolas de San Quintín y las Gravelinas
situaron al monarca en una posición de dominio incuestionable en el mundo
cristiano. En Inglaterra, entre 1553 y 1558, impera el reinado católico de María
Tudor. Sin embargo, esto ocasiona en Francia un estado de paranoia. Rodeada
por España al sur, por los territorios de los Habsburgo en el norte y una empa-tía
entre Inglaterra y España, acude a una fórmula que tantas veces hemos visto
a lo largo de la historia, la alianza con los turcos para aliviar esta presión.
Las bases de Tolón y Marsella utilizadas por los musulmanes serán dos
espadas clavadas en el Mediterráneo, entre los territorios españoles de Italia y
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